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El concierto más marciano

El músico alemán Felix Kubin cierra el ciclo Marcianadas de La Casa Encendida.

El músico alemán Felix Kubin.
El músico alemán Felix Kubin.

Intenten definir la música de Felix Kubin, y se darán cuenta de que es una tarea imposible. El artista de Hamburgo, a sus 46 años, no se casa con ningún género, y a la vez flirtea con todos. Podrán comprobarlo hoy en La Casa Encendida, en un concierto que cierra el ciclo Marcianadas con la propuesta, sin duda, más marciana de todas.

“Va a ser una sesión de música experimental, influida por los nuevos sonidos, pero también por la Neue Deutsche Welle, un movimiento que pegó fuerte en Alemania a finales de la década de los 70, que siempre buscaba variaciones del pop, el punk y la música industrial. También juego con música de los 50 y los 60 del llamado Unterhaltungs Musik, otro movimiento alemán con elementos orquestales y sinfónicos”, cuenta al teléfono, y aclara: “Todas estas influencias se ven en mi música, porque no solo uso un estilo o un sonido, lo mío no se ciñe al house o al minimal techno, por ejemplo, yo busco sorprender, descolocar a mi público, por eso muchas veces confronto estilos que no tienen nada que ver. Califico lo que hago como ‘música desbordada’”.

Kubin, que compone desde los nueve y dio su primer concierto a los 15 años (un trasunto de música punk a través de la electrónica), busca la belleza por encima de todo. Y la busca por inalcanzable: “Es una utopía en cuanto, para que algo sea bello, debe haber al mismo tiempo algo horroroso. La humanidad busca siempre la belleza, los artistas intentamos crearla con lo que hacemos. Pero es una búsqueda constante, y por eso lo veo como una utopía. Siempre tendemos a buscarla. Buscamos un mundo fantástico lleno de cosas bellas, pero nunca lo alcanzamos. Cuando creemos que lo hemos encontrado, se derrumba, y reiniciamos la búsqueda una vez más”.

Y desde entonces, no ha parado: “He producido piezas para la web del MCBA en Barcelona. Me interesa más el arte acústico que la música como tal. No hago pop comercial, ni canciones como las entendemos. Ahora estoy con orquestas splitter, son conciertos con muchos instrumentos, en los que las canciones prácticamente se componen sobre la marcha, en directo. La improvisación llevada al paroxismo, mezclando música de cámara con electrónica, por ejemplo. Este tipo de cosas, por ejemplo, tienen muy poco que ver con el pop, aunque mi música pueda sonar a pop muchas veces”.

Paradójicamente, un artista al que el adjetivo ecléctico se le queda corto, es al mismo tiempo un purista. “No pretendo hacer rock o pop a través de la electrónica, sino hacer música electrónica genuina, como un género en sí mismo. Me ha influido mucho Kraftwerk, pero es solo el principio. Estoy buscando constantemente nuevos sonidos”, cuenta Kubin, que no se define como músico, sino como “artista que se vale de elementos acústicos y ruido para expresarse”.

Tal vez esto explique su participación en KED, un partido político de inclinaciones comunistas surgido a principios de los 90. “No era un proyecto político, en realidad fue una acción artística para servir de catalizadores entre la sociedad y nuestros gobernantes. Fue provocativo, porque estábamos en un momento en que los alemanes nos alegrábamos de la caída del muro, pero por otro lado tomábamos conciencia, de golpe, de que había dos sociedades diferentes condenadas a convivir. Los políticos tienen reivindicaciones, en muchos casos, absurdas para la sociedad. Con el KED y nuestras acciones, muchas estrafalarias, quisimos precisamente hacer de conexión entre la sociedad y la clase política. Los precursores eran anarquistas, pero tomaban ideas del comunismo. Y en la Alemania del Este se descubrió un sistema muy burocrático que confrontaba muchas veces con su idea de socialismo, eso queríamos transmitir, despertar a la gente y provocarla”. Un planteamiento, este último, que viviremos mañana en el último acto de Marcianadas.

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