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TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Emociones de ‘telemovie’

'73 raons per deixar-te' es tan agradable de seguir como fácil de olvidar

Un momento de la representación de '73 raons per deixar-te'.
Un momento de la representación de '73 raons per deixar-te'.DAVID RUANO

En el descanso de 73 raons per deixar-te sigue sonando la música de Jordi Cornudella. Hilo musical para conversaciones a contrarreloj. Melodía de fondo con la misma partitura para piano y violín que ha sonado y sonará con el telón alzado. Quitamos la cuerda y tendríamos el acompañamiento mínimo para un ensayo. La instrumentación justa para un musical de cámara, para una comedia dramática con cuatro personajes, pero con la extensión estándar del gran formato: 120 largos minutos.

Más que de un musical habría que hablar de teatro con música. Algo pasa cuando el espectador se puede imaginar a la perfección la obra sin canciones, cuando el texto de Guillem Clua se impone sobre la partitura. Notas bien trabadas, con interesantes armonías y compases tradicionales, con sutiles incursiones en el Sprechgesang, pero que suena como un único y anónimo tema que se extiende a lo largo de toda la función sin esos sobresaltos melódicos que ponen en alerta emocional al público como el rastro de un perfume. Una personalidad musical independiente que aparece por un momento en la escena dedicada a la Línea 3 del Metro de Barcelona (el mejor número del montaje por explicar las volubles relaciones humanas en 26 estaciones) y asoma con timidez en la elegía del personaje de Abel Folk recordando a su esposa fallecida. Luego regresa el recitativo.

73 RAONS PER DEIXAR-TE

De Guillem Clua y Jordi Cornudella. Dirección: Elisenda Roca. Dirección musical: Andreu Gallén. Intérpretes: Abel Folk, Marc Pujol, Mercè Martínez, Mone Teruel, Andreu Gallén y Víctor Pérez. Teatre Goya. Barcelona, 24 de noviembre de 2015.

Por lo demás, una correcta comedia romántica con leve espíritu indie y su fauna urbana; con sus giros dramáticos sin paliativos y un final agridulce poco frecuente en un musical, a no ser que seas Herbert Ross o Lars von Triers. Un texto que luce más por la diversidad de sus juegos de escritura (flash-backs, manipulación de la cuarta pared, realidades paralelas, distancias brechtianas, dardos irónicos metateatrales) que por la densidad y novedad de la historia y sus cuatro protagonistas. La pareja joven (Mercè Martínez y Marc Pujol) se percibe más sometida a los tópicos de la pija y el alternativo que la madura (Mone Teruel y Abel Folk), más libre en sus personalidades. La mujer que interpreta Teruel —reafirmándose como excelente actriz— guarda un mundo interior que podría dar para todo un spin-off.

Todo en su sitio, sin grandes sobresaltos, ni en positivo ni en negativo. Agradable de seguir, fácil de olvidar. Killer (el anterior musical con participación de Clua) era mucho más valiente e interesante. Aquí participa en un digno pasar, de tarde de domingo ante el televisor. Emociones de telemovie o de película de Jennifer Aniston. Un dejarse llevar por historias conocidas y personajes familiares. Tramas de sobremesa con puntuales arranques musicales para declarar sentimientos o verdades que nunca se dicen en prosa.

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