_
_
_
_
_

El Atlético gana en Getafe con una sola jugada y un gol de Torres

El tempranero tanto del delantero da la victoria a los de Simeone contra el Getafe (0-1) y les mantiene segundos

Ladislao J. Moñino
Torres celebra su gol al Getafe con Koke.
Torres celebra su gol al Getafe con Koke.C. Moya (EFE)

Una gran jugada culminada con un tempranero gol de Torres le dio los tres puntos al Atlético en Getafe (0-1). El partido prácticamente ya murió en las áreas para convertirse en un encuentro de mucha brega y poco juego. Para el Atlético fue un ejercicio más de rentabilidad apoyada en una solidez defensiva extraordinaria para dejar otra vez su puerta a cero. El triunfo le mantiene cerca del Barça y por encima del Madrid, pero aún tiene que arreglar conexiones ofensivas. Si Torres y Griezmann están señalados ahora como la pareja atacante deben empezar a completarse mejor. No ha habido hasta ahora un partido en el que los dos hayan estado brillantes a la par. Se percibe que la presencia de Torres resta protagonismo en las inmediaciones del área. Esa conexión es una asignatura pendiente de la pareja y del entrenador para afrontar con mayores garantías el nudo gordiano del curso que se inicia la semana que viene en el Calderón con el Villarreal y pasa por Eindhoven y el Bernabéu.

El Atlético salió encendido, conectado a la verticalidad de Carrasco, revitalizado desde su exhibición en el Camp Nou. A la primera que pudo, el belga dibujó de principio a fin una jugada de extremo de toda la vida. Primero bajó a apoyar la salida de balón. Tocó de espaldas con el aliento del lateral en la nunca y, sacado ya de punto y lugar Damian, se giró y emprendió una carrera para recibir al espacio un pase de primeras de Saúl. Carrasco le regaló una curva envenenada rasa al segundo palo para que Torres la empujara. La jugada expresó esa sexta velocidad que electriza al Atlético cuando logra ligar velocidad y precisión. También apuntó a un Torres más fresco, que estuvo en el lugar que se le demanda para conectar ese pase a las agujas entre Guaita y sus centrales.

No se había cumplido un minuto de juego y el Getafe se vio obligado a remar con ese gol contra. Lo hizo sin perderle la cara al partido. Valiente en la presión, sostenido por Juan Rodríguez y agitado por Sarabia, su mejor jugador de largo. La evolución de Sarabia ha ido hacia un futbolista más completo, capaz de desbordar por afuera y enganchar pases entrelineas cuando se mete por dentro. Suya fue la mejor ocasión del Getafe en el primer acto. Le pegó mordida a una pelota dentro del área que le puso Damián tras una buena jugada con Pedro León. Metido el partido en un ritmo frenético, respondió rápido el Atlético a ese golpe con una contra lanzada por Gabi a Torres. Un balón de cuarenta metros en el que el nueve rojiblanco ganó la espalda de Vergini pero empaló mal el remate que se le quedó a bote pronto.

Igual que la intensidad provocó ese ritmo machacón también hizo desembocar el juego hacia un punto de precipitación, imprecisiones y entradas peligrosas a destiempo, como una de Sarabia a Gabi que hizo temer una lesión grave del capitán rojiblanco. En esos parámetros, los partidos con el marcador a favor para el Atlético tienden a convertirse en una batalla táctica y física destinada a que ocurra nada o casi nada en las áreas.

Aparatosa lesión de Carrasco

Cedió campo el Atlético en el segundo acto y dejó al Getafe que revoloteara con Sarabia, Pedro León, Moi Gómez y Víctor Rodríguez. Casi todos sus intentos murieron en centros a la olla o en jugadas inocuas al borde del área. Replegado su equipo, Simeone asistió con preocupación a la lesión de Carrasco. Su lugar en la banda izquierda lo ocupó Óliver Torres. El chico terminó por imponerse solo en los minutos finales, con el partido más roto. Hasta entonces se puso el mono de trabajo como el resto de sus compañeros para tratar de cazar una contra que se hacía imposible cuando Torres abandonó el campo y Griezmann se quedó solo en punta.

Defendía con el rigor de siempre el equipo de Simeone, pero cuando quería estirarse no encontraba ni cómo ni con quien hasta que entró el chisposo Correa. Escribá también había tratado de llevar el partido al frenesí con la entrada del veloz Wanderson, que hizo algo de pupa. Hasta que Óliver empezó a estar más en las jugadas y a dormir el partido con triangulaciones. De una de ellas salió airoso y dejó a Correa solo ante Guaita, pero el argentino tuvo un exceso de generosidad queriendo asistir a Saúl, que no le acompañó convencido de que podía ser asistido. Ahí se acabó el partido. El juego mucho antes.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_