Europa contra Google
Dos empresarios treintañeros estadounidenses van a digitalizar 15 millones de libros para crear la mayor biblioteca virtual del planeta. La clase empresarial europea ni se ha inmutado. Sólo la nomenclatura política, sobre todo la francesa, parece haberse percatado del alcance histórico del proyecto. Pero en lugar de interpretarlo como un brillante reto, lo percibe como una amenaza de la hegemonía anglosajona contra los minoritarios estertores culturales del Viejo Continente.
La propuesta de Google no va, en principio, contra nadie. Los fondos de las cinco universidades (Michigan, Harvard, Standford, Nueva York y Oxford, esta última, por cierto, europea) que se van a poner a tiro de tecla forman parte de la memoria del conocimiento universal. E incluyen miles de libros escritos en lenguas que no son el inglés, muchos de los cuales, probablemente, sólo sobrevivan para la posteridad gracias a la inversión multimillonaria (se habla de unos 155 millones de euros) de Sergey Brin y Larry Page. Los dos fundadores de Google suelen decir que no les gusta hablar del futuro porque una de sus principales bazas competitivas es la capacidad para sorprender. Ahora pueden añadir a su arsenal la facultad de asustar a la clase política de todo un continente. Y borrar a las empresas europeas de la lista de competidores.