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YouTube se mete a profesor

El portal de vídeos adapta su estrategia para aprovechar el potencial económico de la educación

Miguel Ángel García Vega
España es el décimo consumidor mundial de vídeos por Internet. E
España es el décimo consumidor mundial de vídeos por Internet. ESHOHEI MIYANO (REUTERS)

“El asesino son las matemáticas”. Esta frase —quien lo diría— la pronuncia un genio de la programación, Bill Gates. “Cuando hablas con la gente y le dices: ‘Oye, hay plazas de enfermeras, ¿por qué no te presentas?’. Las matemáticas son la razón de no hacerlo”, recuerda Gates. “O cuando preguntas: ‘¿Por qué no aprobaste el examen de policía?’. Una vez más, las matemáticas”.

En estos días, la formación se ha convertido en la llave, pero también en el candado de muchas vidas. Por eso no extraña que Internet, que es como una vidente que siempre acertara a la hora de leer las cartas, haya entendido con rapidez el inmenso potencial que tiene aprender y enseñar usando vídeos. Y en este soporte, un canal como YouTube (propiedad de Google) es un verdadero aleph. Reúne todos los conocimientos humanos. Desde física cuántica hasta literatura. Casi todo está ahí, si se sabe buscar. Es una voyager lanzada a un cosmos de conocimientos digitales.

Gates tardó poco tiempo en entenderlo así. Bueno, más bien fueron sus hijos. En casa, sentados en el salón con sus portátiles, repasaban las asignaturas a través del canal de educación de YouTube. Un día, el creador de Microsoft reparó que sobre todo utilizaban un tutorial gratuito llamado Khan Academy. Había allí, colgados, unos 4.000 microvídeos, que trataban desde química orgánica hasta cosmología. Este portal educativo era el empeño altruista de Salman Khan, un graduado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y Harvard, que decía querer “usar el vídeo para reinventar la educación”. Pronto, tanto Gates —a través de la fundación Bill & Melinda— como Google donaron 3,5 millones de dólares al proyecto.

El canal, con 4.000 millones de vídeos vistos al día, es una plataforma global

Era un reconocimiento al potencial de la fórmula y también a la enorme fortaleza del canal. Cuentan las estadísticas de YouTube que cada día se ven en la plataforma 4.000 millones de vídeos, se suben 60 horas de vídeo por minuto y reciben más de un billón de visitas anuales. ¿Cómo no va a revolucionar la forma en la que aprendemos? Con estos soportes, “la educación y el aprendizaje serán más divertidos que jugar con videojuegos”, prevé Bing Gordon, socio de la firma de capital riesgo californiana KPCB. Si nos fijamos con atención, veremos que “lo que más crece en Internet es el vídeo, porque resulta sencillo y ameno”, apostilla José Ángel Cantera, responsable de tecnología, media y telecomunicaciones de KPMG.

Y, desde luego, en España parece que lo lúdico cala mucho. La consultora eMarketer sitúa a España como el décimo país del mundo que consume más vídeo a través de Internet. El 85,8% de los internautas lo hace, y el 25%, según KPMG, ha subido al menos una vez alguno a YouTube. ¿Y con qué fines lo usamos? “Sobre todo, para resolver problemas”, afirma Juan Varela, experto de ideas y educación 2.0 de Everis. Desde aprender a colocar las cadenas del coche hasta ser un manitas con la taladradora. Pero con sus reglas. “Los vídeos que funcionan muy bien son los que no superan el minuto y medio”, precisa Aine Doris, responsable de social media del ESADE.

Y dentro de ese reducido tiempo hallamos de todo. Algo de vinos —“Especialmente cursos de catas”, precisa el crítico Carlos Delgado—, bastante bricolaje —“Desde cómo usar una fresadora hasta construir una piscina”, apunta Rafael García, ingeniero aficionado a estas lides— y, sobre todo, muchísima gastronomía —“Es una referencia para seguir recetas, pero es un mal vehículo si queremos recrear una experiencia gastronómica. O sea, la vivencia de visitar el restaurante”, apunta el crítico Federico Oldenburg— y también consejos de belleza.

Hay cursos para aprender de vino, gastronomía, belleza o bricolaje

¿Y la economía? Quizá el mejor espacio lo ocupe la Bolsa. Bastantes entidades que operan en el parqué tienen su propio canal de YouTube en el que suben análisis técnicos, oportunidades de inversión y “trucos para ayudar en la operativa diaria”, describe Pepe Cuadrado, responsable de social media de XTB. Otro bróker, IG, usa su canal para enseñar a trabajar en CFD (contratos por diferencias). Y la gestora DWS (Deutsche Bank) cuelga entrevistas con sus expertos. Hay decenas de ejemplos.

Pero también mandan las comparativas y los reviews (análisis de productos). Que además ofrecen la oportunidad de comprobar el peculiar zoo de cristal que es el ser humano. Casi cuatro millones de reproducciones ha tenido el drop test (lanzarlo contra la acera) que enfrenta al Samsung Galaxy S3 con el iPhone 4S. ¿Tiene algún sentido destrozar productos que cuestan cientos de euros?

Frente al absurdo, el gran valor de YouTube es que ha conseguido democratizar la educación superior (máster y cursos de posgrado), que antes estaba al alcance solo de los muy ricos o los muy brillantes. Darwinismo puro. Plataformas como Udacity y Coursera permiten a los estudiantes de todo el mundo acceder a educación de calidad de forma gratuita o bien a un coste inferior al de la universidad clásica. Centros de extraordinario prestigio como Harvard o el MIT cuelgan clases en sus canales de YouTube y dejan acceder virtualmente a ellas. Eso sí, para conseguir un título hay que pagar y examinarse. A su lado, plataformas como Kno, CourseSmart o Inkling comercializan materiales educativos digitales.

Y si tienen un momento, no se pierdan uno de los canales más singulares de ciencias aplicadas que hay en la Red. Lo dirige Steve Spangler y semeja un “grandes éxitos” del laboratorio del programa El hormiguero.

Los ingresos anuales de la web podrían superar los 2.700 millones de euros

En este mundo del aprendizaje visual, YouTube alterna en educación los contenidos de pago y los gratuitos. Esto se explica porque “Google continúa desarrollando la plataforma de vídeos como una fuente de ingresos. La compañía tiene ahora más anunciantes convencidos para gastar dinero en YouTube que hace dos o tres años”, observan en eMarketer. De hecho, The New York Times avanza que podría lanzar en primavera nuevos canales de pago. Y en Wall Street circula la idea de que el buscador está logrando “toneladas de dinero” con YouTube. Incluso algunos analistas especulan con unos ingresos superiores a 3.600 millones de dólares (2.768 millones de euros) al año.

Esta espectacular cifra procede, en parte, del proceso de reinvención educativa mundial del que el propio YouTube es uno de los culpables. Esta red de vídeos creada en 2005 ha pasado de ser un caos digital —donde los contenidos eran una torre de Babel— a un espacio de mayor orden. Angela Lin, responsable de YouTube Edu, obró el cambio en 2010, recuerda la consultora Forrester Research. Ahora el canal educativo organiza el medio millón de vídeos que gestiona por materias y nivel de educación, con lo que se facilita su manejo. Por ejemplo, YouTube Teachers enseña a los profesores a usar los vídeos en las aulas. Mientras que YouTube for Schools muestra de qué manera complementar esta enseñanza con los libros de texto clásicos o cómo restringir el acceso a los alumnos a ciertos contenidos inapropiados.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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