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ANN CAIRNS | Presidenta de Mercados Internacionales de MasterCard

“El dinero se muere en el mundo”

La segunda empresa global de medios de pago busca universalizar las transacciones bancarias

Miguel Ángel García Vega
La número dos en el mundo de MasterCard, Ann Cairns, durante su visita a Madrid.
La número dos en el mundo de MasterCard, Ann Cairns, durante su visita a Madrid.C. Álvarez

Ann Cairns (Newcastle, Reino Unido, 1957) fue la primera mujer en trabajar en una plataforma petrolífera offshore en su país. Rondaba la veintena y en la perforación no había lavabo de mujeres ni pestillos, así que “tenía que sentarme con el pie sobre la puerta para que nadie entrara”, recuerda, más de 30 años después, en el hotel Palace de Madrid. También sacrificó la melena larga y rubia por un pelo corto, como de “chico”. Más adecuado, pensó, para dirigir a 50 ingenieros en medio del mar del Norte. 

Desde entonces su carrera ha tenido menos oleaje. Ha ocupado primeras posiciones en Citibank y ABN Amro. Y hoy su tarjeta profesional narra que es la número dos en el mundo de la firma de pagos MasterCard. Suya es la responsabilidad de Asia, Latinoamérica y Europa. Regiones que suman el 60% de los ingresos totales (3.200 millones de dólares en 2013) de la compañía. Un vasto territorio en una empresa cuyo negocio es “hacer dinero a través de las transacciones”, describe Cairns. “Estamos conectados a 27.000 bancos, 35 millones de comercios, y ahí fuera hay 1.900 millones de tarjetas en los bolsillos de 1.300 millones de consumidores”.

Pero esta Arcadia es ilusoria. Las sanciones de Estados Unidos a Rusia afectan a la firma. El Gobierno ruso quiere crear su propio sistema de pagos; además, Bruselas pretende reducir las tasas de intercambio —las comisiones que el banco del establecimiento comercial paga por cada transacción al banco del titular de la tarjeta—, y competidores como Google, PayPal o Bitcom persiguen su negocio. 

Pregunta. ¿Una sociedad sin dinero físico es ciencia-ficción?

Respuesta. No. Existe ya más o menos en Suecia. El futuro ha llegado, aunque esté repartido de forma desigual.

P. Pero dice que el dinero tangible está muriendo lentamente.

R. Así es. Se muere. Sucede en todo el mundo. Pese a que en ciertos mercados, como los emergentes, todavía entre el 80% y el 90% sea físico.

P. Ahora todo se dirige hacia el móvil. ¿Están las tarjetas empezando también a diluirse?

R. Sí. Es algo generacional. Los chicos prefieren llevar en el bolsillo un móvil antes que una cartera. Pero las tarjetas no desaparecerán. Aún hay 35 millones de sitios donde una máquina las admite. Desde cajeros hasta tiendas.

P. Sostiene que el dinero no es gratis. ¿Cuánto le cuesta a España tener moneda en circulación?

“Es más fácil seguir el rastro de las transferencias electrónicas que el del dinero

R. Aproximadamente el 1% del PIB [unos 10.300 millones de euros]. Y aquí se incluye la evasión y el fraude.

P. ¿Se evitaría la economía sumergida si desapareciera el dinero físico?

R. Al menos es más fácil seguirle el rastro a las transferencias electrónicas —son más transparentes— que al dinero.

P. Hay 2.500 millones de personas en el planeta que no tienen acceso a ningún producto financiero. ¿De verdad los necesitan?

R. Sí. Existe una percepción en el exterior de que la inclusión financiera es un tema que solo afecta al mundo en vías de desarrollo, pero no es así. Hay 93 millones de personas en Europa que carecen de acceso a una cuenta bancaria básica o a productos financieros.

P. Y España, ¿cómo anda?

R. No conozco bien las cifras españolas, sé que soportan un paro juvenil muy alto, de casi el 49%, y que hay bastante gente que no trabaja y no tiene ingresos estables. Imagino que la exclusión financiera será más elevada que en otros países europeos. Por hacer una comparación, el 25% de la población italiana está desatendida y carece de acceso a pagos electrónicos básicos.

P. ¿Es alto el fraude con las tarjetas de crédito?

R. Se trata de un porcentaje mínimo.

P. Los servicios financieros cada vez están más regulados. ¿Impacta en los resultados de MasterCard?

R. Trabajamos en 210 países y cada uno tiene su propia regulación. Es muy importante que los legisladores entiendan la naturaleza de nuestro negocio. Cómo funciona y cómo funcionaría mejor. Obviamente, preferimos tener un escenario de libre mercado a la hora de trabajar, pero no estamos preocupados. Ahora bien, si hay normativas que nos parecen incorrectas, levantamos la mano y nos quejamos.

P. ¿Cómo afecta a sus ingresos la implantación por Bruselas de las tasas de intercambio?

“Nos encanta el mercado ruso y queremos seguir operando en él

R. Nuestros ingresos por esas tasas son muy pequeños, así que no repercute en la cuenta de resultados. Realmente se refiere a cómo se distribuye el dinero que se mueve alrededor de los bancos y los comercios. Lo que sucede es que, como algunos bancos pierden dinero, están empezando a cobrar a los consumidores por servicios que antes eran gratis. Es una consecuencia —no deseada por nadie— de la entrada de los reguladores en la fijación de los precios.

P. Morgan Stanley asegura que, con la nueva legislación que plantea Rusia, su compañía y Visa tendrán que pagar 3.000 millones de dólares en tasas para seguir operando allí. Una cantidad enorme. ¿Se van del país?

R. No sé cómo ha calculado Morgan Stanley esos números, pero son incorrectos. Están sobreestimados. Estamos en conversaciones con el Banco Central de Rusia para hallar una solución. Tanto Visa como nosotros defendemos idéntica postura. Nos encanta el mercado ruso y queremos seguir operando en él.

P. Grandes competidores, desde telecos hasta Google o PayPal, quieren una porción del pastel del mercado de pagos. ¿Temen por sus ingresos?

R. Si analiza el mercado de pagos desde una visión global verá que el 85% se efectúa en metálico. Solo el 15% es electrónico. Y en ese porcentaje están todos los jugadores, tanto locales como globales. Todo el mundo compite ahí. Pero la capacidad de crecimiento dentro de ese 85% restante resulta enorme. Como si fuera un planeta en expansión. Hay espacio para muchos competidores. Además, la competencia es buena porque genera mercado. La gente me suele preguntar: “¿No está preocupada por PayPal?”. “Sí”, les digo, es un competidor fuerte, pero recuerde que también usa MasterCard en sus transacciones. ¿Y Google? Pues trabajamos con ellos en Google Wallet [cartera virtual].

P. ¿El éxito de plataformas electrónicas como Bitcoin significa el final de MasterCard?

R. No. Buena parte de nuestro negocio es digital, y la tarjeta solo es una manifestación física del mismo. Piense en los billones de transacciones que hacemos, todas son electrónicas.

P. Son el segundo proveedor de sistemas de pagos del mundo, por detrás de Visa. ¿Qué les falta para ser los primeros?

Nuestra cuota de mercado está creciendo en todos los continentes en los que trabajo

R. Le puedo decir que ahora mismo estamos aumentando nuestra cuota de mercado en todas las regiones del planeta que gestiono.

P. Son muy activos en la compra de empresas. ¿Tienen alguna operación en ciernes?

R. Tenemos una agenda de fusiones y adquisiciones muy activa en todo el mundo. No puedo avanzarle nuestras próximas compras. Pero hace poco hemos adquirido dos empresas [DataCash y Travelex’s] y estamos pensando en otras adquisiciones, que se conocerán durante los próximos meses.

P. Su compañía maneja un gran volumen de información sobre sus clientes. ¿Para qué la usan? ¿Cuáles son los límites?

R. Es información muy genérica. No sabemos quién es usted, ni dónde vive, ni su número de cuenta bancaria o su teléfono. Solo conocemos el banco que da soporte a la tarjeta, lo que compra y, por ejemplo, adónde y desde dónde viaja. No infringimos ninguna ley ni invadimos la privacidad. 

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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