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La @policia no es tonta

La cuenta en Twitter del Cuerpo Nacional de Policía, abierta hace cuatro años, es la más seguida del mundo, después de la del FBI

Luz Sánchez-Mellado
Carlos Fernández Guerra (de paisano), junto al resto del equipo que gestiona la cuenta del Cuerpo Nacional de Policía en Twitter.
Carlos Fernández Guerra (de paisano), junto al resto del equipo que gestiona la cuenta del Cuerpo Nacional de Policía en Twitter. CRISTÓBAL MANUEL

“Eres hipster o de otra tribu o tendencia urbana y lo cuentas online. Pero no muestres toda tu intimidad. La privacidad prima sobre lo trendy”. El 25 de febrero, estos 140 caracteres dieron la campanada en Twitter. El mensaje generó más de 7.300 retuits, 1.600 favoritos y cientos de respuestas. El contenido no parece ninguna primicia. El enésimo consejo a internautas en la jerga del medio. Lo insólito es la identidad del emisor. No se trataba de ningún tuitero influyente, sino del Cuerpo Nacional de Policía. Por perlas como esta, la cuenta @policía se ha convertido, con 385.000 fieles, en la primera institución española y el segundo cuerpo policial del mundo con más seguidores en Twitter, tras el FBI.

Tweet significa pío, trino, gorjeo. Twitter es un inmenso gallinero donde no siempre destaca quien más ruido hace, sino quien acierta con el tono del cacareo. En España, con más de 5 millones de tuiteros, un tuit con más de 300 retuiteos se considera un éxito de difusión. Así que, parece que @policia pía bien. La cuenta nació en 2009 de forma casi experimental con la intención de dar presencia al cuerpo en la incipiente red social. Un intento, discreto, de aprovechar el nuevo canal para difundir campañas de prevención, publicitar los éxitos policiales, y solicitar la colaboración ciudadana entre los tuiteros. Hoy, sus impulsores no acaban de dar crédito al tirón que ha logrado en el ecosistema de Twitter —se supone que poblado por una fauna joven, moderna y rebelde— una cuenta que, al fin y al cabo, está controlada por la pasma.

El cuartel general de @policia está a la vera del despacho de su director general, Ignacio Cosidó. Allí, una docena de jóvenes agentes —la mayoría andan por los 25—, licenciados en Periodismo, Psicología o Sociología, gestionan el Twitter, además del resto de actividades del gabinete de comunicación. Sin embargo, el cerebro de la cuenta no viste uniforme. Carlos Fernández Guerra, de 39 años, un experto en estrategia digital y redes, es el entusiasta community manager de la policía. Él es quien redacta cada tuit con los asuntos de la agenda que le proponen los mandos, y quien programa la hora de emisión de cada mensaje después del correspondiente filtro policial. Suyo es el aviso trendy a los hipsters que tanto impacto causó en una parroquia curada de espanto en cuanto a modernidad, jergas y transgresión en el lenguaje.

“No somos el BOE, ni el escaparate del director que, por cierto, es tuitero y nos sigue. No puedes sonar oficialista, Twitter es cruel y te rechaza a la mínima. Donde fueres, haz lo que vieres”, arguye Fernández Guerra. “El objetivo es llegar al ciudadano que usa la red, y prestarle un servicio. En este caso, advertirle del peligro de publicar datos privados. Para ello, usamos el lenguaje de nuestros seguidores. Les imitamos, aprendemos de ellos, somos una cuenta viva”. Las 1.000 menciones, 300 consultas y 100 respuestas que generan, de media, los 5-6 tuits diarios que emiten son la prueba del interés que despiertan.

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Porque @policia no solo tuitea, generalmente consejos y advertencias sobre uso seguro de Internet, ciberacoso, timos, violencia de género, acoso escolar o abuso de drogas. También responde. Atiende, mediante mensajes privados, las consultas o denuncias de los tuiteros, y las deriva al departamento policial correspondiente. Es así como, además de divulgativos, se obtienen resultados operativos, según la inspectora Carolina González, integrante del equipo. Así fue, respondiendo al tuit de socorro que les envió la humorista Eva Hache: “Hola, buenas noches, señor agente...” como se identificó al autor de una amenaza “creíble, real y concreta” contra la humorista en 2011. Otras veces, son los seguidores los que se ponen la gorra de policía: “En las TuitRedadas que organizamos, recibimos miles de correos con pistas. Con una, detuvimos a nueve dominicanos con 277 kilos de cocaína en un camión camufladas entre pieles de bovino”, informa. ¿Chivatazos online? “Colaboración ciudadana”.

Otros seguidores no son tan diligentes. “Estos son los mismos que me acaban de meter una porra en las costillas”, contestaba alguien al tuit de los hispters. “Claro que tenemos trolls, no olvides que somos la poli. Sobre todo por la noche, cuando queda lo mejor de cada casa. La respuesta negativa es del 1%; cuando llegamos al 3%, me preocupo”, dice Fernández Guerra. Pero la mayoría son tuits entre regocijados y sorprendidos: “Sois la caña”; “No podéis ser más divertidos”, “Sois la mejor cuenta fake de Twitter".

“Soy fan. Es un fenómeno muy interesante”, opina Mauro Fuentes, socio en España de Ogilvy Social Media. “Se nota que lo lleva gente que está a la orden del día de lo que pasa en el mundo real, y en la red. Los 7.000 retuits de los hipsters habrán llegado a todo el universo Twitter en España. Hay quien piensa que se pasan y que rozan la parodia, que son casi como Policía Today, pero el medio online es potentísimo y muy eficaz. No son molestos, no son soeces y a veces son muy graciosos”.

Fernández Guerra deplora la noche en la que se le “fue el dedo” y tuiteó un comentario personal sobre el reality televisivo Quién quiere casarse con mi hijo desde la cuenta de @policia. Fue Eva Hache la que dio la voz de alarma (“¿Qué hace @policia tuiteando sobre los #tróspidos?”). “Somos humanos”, admite el aludido.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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