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Reportaje:

Revolución digital

Ha estallado otra gran revolución digital. Y pronto nos alcanzará a todos. Esta ola promete transformar nuestras costumbres en el hogar, en el trabajo, en el supermercado y en los lugares de ocio.

Ha estallado la gran revolución digital. Y pronto nos alcanzará a todos. Si la telefonía móvil cambió en su día nuestras vidas e Internet nos abrió infinitas vías de conocimiento, esta siguiente ola promete transformar nuestras costumbres en el hogar, en el trabajo, en el supermercado y en los lugares de ocio. Casas inteligentes controladas desde el teléfono, una concepción distinta de las relaciones laborales y nuevas formas de comunicación son el horizonte próximo de una metamorfosis apasionante del mundo en el que vivimos.

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Hace diez años, un ciudadano medio procuraba no olvidarse las llaves de su domicilio, el dinero y un bolígrafo a la hora de salir de casa. Ésa era la conclusión a la que llegaba uno de tantos barómetros que estudian los usos y costumbres del consumidor. Ahora, uno de esos tres objetos ha cambiado, el lugar del bolígrafo lo ha ocupado el teléfono móvil. Ese detalle explica cómo el avance tecnológico ha modificado ya algunos de nuestros hábitos.

Ahora bien, ¿cuál será la respuesta dentro de diez años cuando ese teléfono móvil sea capaz de hacer las tres funciones, cuando, además de servir para comunicarnos, nos abra la puerta de casa y lo podamos utilizar como tarjeta de crédito? ¿Qué dirán entonces las encuestas? ¿Qué no podremos olvidar al salir de casa? ¿Quizá un teléfono inteligente? ¿O un pequeño ordenador portátil, que además sirva de teléfono?

Los adelantos en el nuevo siglo caminan a tanta velocidad que corremos el riesgo de perder la perspectiva. Nuestra adaptación a las nuevas tecnologías, sobre todo en las generaciones jóvenes, es tan inmediata, que no tenemos tiempo para percibir los cambios que se operan a nuestro alrededor ni algunas de sus consecuencias. Volvamos al móvil. El pasado año se vendieron en el mundo 84 millones de teléfonos que disponen de una cámara fotográfica. Hemos adoptado esta novedad con naturalidad; además de hablar, hacemos fotos y las enviamos. Así de simple, sin considerar que estamos contribuyendo, junto a la masiva introducción en el mercado de las cámaras digitales, a hundir en la miseria a la fotografía tradicional y a las empresas dedicadas al revelado de fotos. Posiblemente tampoco hayamos caído en la cuenta de que ese móvil tiene una capacidad de memoria de 24 megabytes. Pues bien, a primeros de los noventa era un lujo disponer de un ordenador con 20 megabytes. Así que tenemos en nuestra mano un potente ordenador, una cámara de fotos y un teléfono. Tres funciones en una. Y quizá no nos habíamos dado cuenta de ello.

El resultado de la encuesta sobre hábitos del consumidor al salir de casa no hacía sino reflejar la realidad. De todas las tecnologías, ha sido la telefonía móvil la que ha experimentado un mayor grado de penetración en el mercado. En España, por ejemplo, su utilización alcanza casi al 90% de la población, muy superior al uso del PC (43%), al acceso a Internet (29%) o a la utilización del ancho de banda (16%). En una sociedad como la española, el uso del teléfono móvil ha experimentado un crecimiento tan espectacular que todas las previsiones quedaron obsoletas con carácter inmediato. La telefonía móvil arrancó en España en 1982, en 1995 contaba con 922.000 clientes, y actualmente, el número de abonados supera los 37 millones. En el año 2003 se vendieron 14 millones de móviles en el mercado español, cuando las previsiones hablaban de 10 millones. Ese mismo año, el porcentaje de móviles/fijos en Europa era ya del 60/40.

Sin embargo, la expansión del móvil siguió un curioso proceso. Inicialmente, la gente adquiría esta tecnología no tanto para hablar como para sentirse comunicado, y así lo demostraron los primeros estudios sociológicos. De hecho, las horas de llamadas sufrieron algunos descensos, según las estadísticas de los operadores, hasta que volvieron a recuperarse. Y al mismo tiempo aparecieron fenómenos inesperados como fue el uso extensivo de los mensajes cortos y las llamadas perdidas. No sólo apareció una nueva forma de lenguaje, sino también un nuevo método de comunicación entre las personas, sobre todo en las generaciones jóvenes. Una llamada perdida, que no tiene coste, puede significar muchas cosas, puede significar "hola", "te quiero", "me acuerdo de ti", "he llegado" o simplemente "llámame, que tú tienes más saldo".

"El móvil se ha convertido en el centro de la intercomunicación personal", concluye Luis Ezcurra, director de estrategias de Telefónica Móviles. "Supone el gran cambio tecnológico y social porque afecta a la esfera personal. Cada cual tiene un número, que es suyo. Y además ha descubierto modelos de comunicación en formatos radicalmente distintos y que han sido asumidos por grupos de población con los que no contábamos, que es lo que ha sucedido con los mensajes". En 2003 se difundieron 9.302 millones de mensajes cortos sólo en el ámbito de Telefónica, lo cual significa que cada segundo sus clientes están transmitiendo casi 300 mensajes. "Hay una generación que ha asumido estos avances sin preguntar", explica Luis Ezcurra, "nos pasó con el aviso de llamada perdida y la posibilidad de no admitir mensajes de voz. No hicimos nada de publicidad sobre este nuevo servicio y contamos ahora con millones de usuarios del mismo".

"El móvil", dice Julio Navío, director de tecnología de Nokia España, "ha sido un facilitador de la comunicación. Ha incorporado la movilidad a nuestras vidas. Ahora sentimos que no estamos sujetos a esclavitud, tanto en el puesto de trabajo como respecto a un teléfono fijo. Y, como consecuencia de ello, nos hemos vuelto más exigentes en la percepción del móvil, queremos más prestaciones y calidad, porque los análisis de productividad perciben ese impacto. Vamos hacia una forma de comunicación que significa estar permanentemente conectado: el móvil absorbe toda la voz, pero va a ser útil como acceso a la sociedad de la información". "El móvil es una categoría", explica Javier Jaquotot, director de estrategias de Vodafone, "es el motor en el que se va a desarrollar toda la tecnología de la información".

El móvil nos ha llevado a la percepción de que estamos comunicados en cualquier momento y en cualquier lugar, pero no es una experiencia única. La revolución digital no ha sido asunto de una sola tecnología. Al mismo tiempo, las novedades nos han llevado a otros escenarios en donde nos empezamos a comportar con gran naturalidad. Los cambios se producen a tanta velocidad que lo que parecía ciencia-ficción hace diez años es hoy plena realidad, y en ello tiene mucho que ver Internet.

Hoy podemos contratar nuestras vacaciones desde casa, hacemos nuestras operaciones bancarias, encargamos la compra, accedemos a documentos útiles para nuestro trabajo y podemos leer el periódico del día aunque estemos a miles de kilómetros de distancia. Llámese sociedad de la información a todo este complejo panorama que está modificando nuestros hábitos de conducta, dígase revolución digital, la cuestión es que tanto la comunicación personal como la transmisión de datos se han vuelto accesibles a cualquier ciudadano casi desde cualquier lugar del planeta. Estamos hablando de que la tecnología se ha vuelto accesible y, desde luego, móvil. El concepto de movilidad o de ubicuidad es, ahora mismo, el asunto central, pero adquiere una dimensión casi universal.

Hasta hace no mucho tiempo había algunas cuestiones por resolver. Digamos que la voz iba por un camino, y los datos, por otro; digamos que unos aparatos servían para una cosa, y otros, para otra, fueran teléfonos, agendas digitales, cámaras digitales, ordenadores, televisores, equipos de sonido, con sus correspondientes formatos, léase disquetes, CD, DVD, cintas, tarjetas de memoria. Y una cosa era la telefonía móvil, y otra, Internet. ¿Qué sucederá cuando los aparatos puedan comunicarse entre sí y cuando la voz y los datos vayan por el mismo camino? Eso era ciencia-ficción hace no mucho tiempo. Ahora empieza a ser una realidad gracias a tecnologías ya en uso como WiFi, umts, Bluetooth, VoIP, hotpots, wland, wimax, redes ADSL y redes rfid, por citar unas cuantas. Así que, una vez digerida la ensalada de siglas, preparémonos para vivir en el planeta digital, dentro de unos años probablemente no reconozcamos algunos de nuestros hábitos de hoy día.

Y toda esta transformación se está fraguando sin que apenas nos demos cuenta.

La llamada segunda revolución digital ha empezado ya. Lo ha hecho en el hogar. Y en la empresa.

Todos los empleados de los departamentos de marketing y ventas de la multinacional Intel en Europa trabajan en casa buena parte de su jornada laboral. La compañía les ha puesto una línea ADSL, una comunicación Wi-Fi, un ordenador portátil, una impresora, un teléfono móvil y una línea de telefonía fija. El empleado tiene en su casa todos los elementos de que dispone en su oficina. Puede acceder al Intranet de la empresa, disponer de sus archivos y documentos e incluso mantener entrevistas por videoconferencia. "Tenemos una sede en Madrid, donde disponemos de unas salas para celebrar reuniones de departamentos o con clientes. Si no tengo reunión, no necesito moverme de casa", explica Isabel Lama, responsable de prensa de esta compañía multinacional.

La experiencia de los empleados de Intel no es una novedad. Hay muchas empresas en España cuyas comunicaciones internas se hacen a través de tecnología Wi-Fi, sin hilos y a un coste muy bajo. Hay muchos comerciales o ejecutivos que ya no tienen necesidad de volver a su despacho para cerrar un contrato, acceder a sus archivos o leer su correo electrónico. Lo hacen a distancia, desde su hotel, desde una cafetería, en el aeropuerto mientras esperan en la sala de embarque o en el mismo avión, como es el caso de la compañía Lufthansa en su vuelo Washington-Francfort. "Hemos instalado ya el sistema inalámbrico en 300 empresas con más de 40 empleados y lo que observamos es que la productividad se ha mejorado en un 20%. Cada empleado está 75 minutos más al día conectado", explica José Manuel Petisco, director de empresas de la multinacional Cisco Systems en España. "La tecnología inalámbrica abre verdaderas posibilidades a la empresa. Los empleados, ¿necesitan ir todos al trabajo a la misma hora? La tecnología te quita horas de atasco, por ejemplo, y eso significa ser más productivo y aumentar tu calidad de vida. La empresa se ahorra espacio, se ahorra costes en el cableado y se ahorra dinero con una tecnología más barata en sus comunicaciones internas". Naturalmente, a cambio de esa libertad de movimientos, la tecnología permite también al empresario evaluar la rentabilidad del trabajador, a través del tiempo de conexión, el número medio de llamadas y el uso del correo, entre otros factores.

El Internet móvil estaba destinado a ser una evolución de la telefonía móvil. Tras el éxito de la telefonía GSM o de segunda generación, se presumía que el siguiente peldaño sería la tercera generación de móviles (llamada 3G o UMTS). Gracias a un mayor ancho de banda, se podría transmitir no sólo voz, sino también datos e imágenes. Ése era el momento para el despegue. Las compañías telefónicas acudieron a subastas multimillonarias para obtener las licencias de explotación en los albores del año 2000, pero había un pequeño problema, la tecnología no estaba todavía preparada. La tercera generación era todavía un proyecto. "Se crearon excesivas expectativas", recuerda Julio Navío, director de tecnología de Nokia España, "se divulgó una publicidad irreal en torno a unas tecnologías que todavía no funcionaban, hubo retrasos en infraestructuras y había que resolver algunos problemas importantes como que un móvil pudiera operar en su paso de GSM a 3G. Son mínimos que ya están en todas las capacidades".

Ese parón tecnológico permitió que evolucionara más rápidamente otra nueva tecnología, impulsada no por las compañías de comunicaciones, sino por las empresas informáticas. Aparecía así otra solución al problema. Y además era mucho más barata. Se trataba del Wi-Fi, que es el nombre popular del protocolo 802.11b o Wireless Fidelity (Wi-Fi), un estándar desarrollado por la Wireless Ethernet Compatibility Alliance, que une a más de cien empresas, algunas tan características como Intel, Cisco, IBM o Microsoft. Su éxito radicaba en que lograba una velocidad de transmisión muy alta (200 veces la de un módem tradicional), un ancho de banda suficiente para transferir grandes ficheros de datos y, sobre todo, usaba una frecuencia para la que no hacía falta licencia, era algo así como transferir datos por ondas de radio. La tecnología Wi-Fi permitía que, gracias a una pequeña antena (hotspot) conectada a una línea ADSL, fuera posible comunicarse a través de Internet en un radio de 100 metros. Era una tecnología simple, barata y cómoda.

El crecimiento de Wi-Fi ha sido extraordinario. Sólo en Europa, el número de antenas pasó de 269 en 2001 a 1.150 en 2002, y se prevé llegar a las 32.500 en 2007. Algunos expertos interpretaron este fenómeno como el producto de una competencia entre Estados Unidos y Europa, por el hecho de que la tecnología del móvil se había impuesto en mucha mayor medida en el continente europeo. Otros anuncian el riesgo de una nueva burbuja tecnológica, dado el increíble crecimiento de algunas pequeñas compañías dedicadas a este tipo de comunicación. "La tecnología Wi-Fi no es móvil", dice un escéptico Luis Ezcurra. "Elimina el cableado, lo cual sirve para reducir costes, y crea puntos de acceso para el PC. De ahí se ha sugerido una movilidad. Respecto a la lucha entre Estados Unidos y Europa, es cierto que el Wi-Fi responde más al modelo telefónico instalado en Estados Unidos, donde una llamada la pagan entre el que llama y el que la recibe. Por eso mucha gente tiene el móvil apagado y sólo lo enciende cuando espera una llamada. Aquí nos hemos acostumbrado a que o lo tienes disponible cuando quieres o no lo tienes. Y además, el modelo de negocio tiene que ser transparente al cliente".

En cualquier caso, ambas tecnologías están ya en funcionamiento. Wi-Fi lleva ya dos años de experiencia al menos en España. Las compañías telefónicas acaban de anunciar hace dos meses que el 3G está en funcionamiento, si bien sólo en grandes ciudades (el gran despegue está previsto para las navidades de 2005). Wi-Fi ofrece más ancho de banda en poco radio de cobertura; 3G, menos ancho de banda en áreas mucho más amplias. 3G es el modelo básico de negocio de las compañías de telecomunicaciones, mientras Wi-Fi proviene del sector de las comunicaciones de datos y es un subproducto de la industria informática. 3G es un servicio de pago, Wi-Fi puede ser gratis o mucho más barato. Esta realidad significa el pleno arranque de lo que algunos han dado en llamar "era inalámbrica".

Wi-Fi ha puesto de moda las antenas u hotspots que, conectadas a unas líneas ADSL, pueden permitir navegar por Internet sin hilos a cientos de consumidores en un entorno de 100 metros. Se calcula que hasta 200 usuarios pueden trabajar por línea ADSL. Lo pueden hacer gratis o a un precio mucho más bajo. Las consecuencias de esta tecnología son visibles a simple vista. Una antena puede dar cobertura a una comunidad de vecinos. Una red de antenas supone dotar de Internet a una pequeña localidad, léase un pueblo. Una red más amplia puede significar lo mismo en una pequeña capital, caso de Zamora, una experiencia que mueve a imitación en España. Algunos expertos creen que éste es el comienzo de una gratuidad total en las comunicaciones (sencillamente porque la voz también puede viajar a través de Internet a un precio irrisorio) y anuncian el final de las grandes compañías telefónicas. Otros opinan que este escenario de gratuidad total es pura entelequia, Internet será móvil y accesible desde cualquier punto, cierto, pero ni mucho menos será gratis, y terminará bajo el control de las operadoras, que son las que disponen de un modelo de negocio. De hecho, todas las operadoras en España ofrecen acceso a Wi-Fi.

"Cualquier tecnología funciona con 40 clientes, pero con un millón empieza a caerse", explica Jaquotot, de Vodafone, que defiende el futuro dominio de las operadoras. "Hemos acostumbrado a los clientes a la cobertura total. No sirve que tú salgas de un establecimiento y ya no puedas operar o que tengas que pagar a operadores distintos según donde te muevas. Para cubrir Madrid, por ejemplo, harían falta 7.000 hotspots, el mismo número de antenas con que se cubriría toda España con la tecnología 3G. Wi-Fi es una tecnología muy interesante para empresas o pequeños espacios, como hoteles o aeropuertos, incluso para resolver posibles problemas de saturación o de aislamiento en zonas rurales. No la veo como un competidor del 3G, sino que, en todo caso, creo que son complementarias". "El Wi-Fi es complementario y funciona en entornos reducidos", concluye Navío, de Nokia. "Su problema es la discontinuidad, la encriptación (las comunicaciones no son seguras) y un modelo de negocio: ¿quién sufraga el Wi-Fi?". "Wi-Fi es un ancho de banda que nos permite manejar gran cantidad de información en coberturas interesantes", dice Petisco, de Cisco Systems. "Mejora la productividad en las empresas. Es una tecnología sencilla y muy barata, aunque no muy segura si no tomas precauciones. Si vas por la Castellana, te puedes ir pasando de un sistema a otro, y eso es una tentación para los hackers".

El final de esta batalla por el mercado inalámbrico es todavía incierto por numerosas razones. Primero, porque todavía está por ver si las autoridades públicas permitirán el desarrollo de una red de comunicaciones sin licencia. Segundo, porque hay otra tecnología, denominada WiMax, que puede ampliar la cobertura de Wi-Fi a los 50 kilómetros con las mismas prestaciones. Tercero, porque los expertos estudian el comportamiento del mercado asiático, que puede terminar inclinando la balanza, donde ya lleva tiempo operando la tecnología 3G (sobre todo en Japón, donde cada ciudadano mayor de 12 años dispone ya de un móvil y una quinta parte de los clientes operan con 3G). Mientras los defensores de un Internet libre y gratuito avanzan desde numerosas plataformas de opinión un futuro prometedor e interconectado, las consultoras caminan con pies de plomo. Los primeros plantean en defensa del sistema gratuito las tremendas posibilidades de Wi-Fi y WiMax a la hora de incorporar a la sociedad de la información a los países subdesarrollados. "La brecha tecnológica podría empezar a dejar de existir", dicen. Wi-Fi permite, entre otras cosas, la posibilidad de comunicación telefónica a través de Internet, barata y accesible para países que no hayan desarrollado una red telefónica convencional. "De hecho", explica Julio Navío, "se está estudiando un tipo de teléfonos que funcionarán como una especie de walkie-talkies y que podrían ser muy útiles en determinados países". "Converger voz y datos en la misma red es muy interesante, y eso hace la telefonía IP con un gran ahorro de costes. En los próximos siete años, todos los fabricantes de telefonía tradicional tendrán IP", dice Petisco.

Así que la era inalámbrica es una realidad, no un asunto de ciencia-ficción. Desaparecen los cables. Es cierto. El ratón no lleva cables. Tampoco el teclado. Pero es algo más, los datos viajan sin necesidad de un cable y los aparatos pueden hablar entre sí, gracias a otra tecnología, conocida como Bluetooth. Eso quiere decir que desde el ordenador portátil podemos darle órdenes al televisor o al equipo de música, o transferir películas o canciones. Todo ello significa que la revolución digital es algo más que la simple transmisión de datos.

Hace unas semanas, Bill Gates le auguraba una corta vida al DVD, no más de diez años. Quizá no le falte razón. "Toda la información está ya digitalizada, es posible almacenarla cada vez en dispositivos más pequeños. Lo que interesa a las personas es el acceso para poder disfrutarla o utilizarla. Estamos hablando, por ejemplo, de posibilidad de almacenar películas, y de acceso a esa información desde cualquier lugar. Las redes adquieren aquí gran importancia", dice José Manuel Petisco. Cada seis meses, los microprocesadores aumentan su velocidad y la capacidad de almacenamiento de información. Buscadores como Yahoo o Google ofrecen bastantes megas de memoria en sus cuentas de correo gratuitas. El pasado 5 de julio, Cisco Systems anunciaba que el Libro Guiness había certificado que su router (una especie de redistribuidor de redes), el CRS-1, es el de mayor capacidad de la historia de Internet, capaz de transmitir 92 billones de bits por segundo: eso significaría que la mitad de la población española podría descargarse simultáneamente una canción de 2,4 megabytes o que 12.415 personas podrían descargarse una película de 7,4 gigabytes en un segundo. El citado aparato está ya a la venta al precio de 450.000 dólares.

Las novedades que se le ofrecen al consumidor irán reflejando los nuevos cambios en perspectiva. Ya se aprecia en el mercado cómo los ordenadores portátiles están arrinconando a los de sobremesa y cómo éstos van a tener otra función. "Habrá un ordenador que gestionará el entretenimiento en casa", dice Luis Ezcurra. "Pero todo hará de todo. Es la convergencia a la que vamos. El portátil se quedará como un esqueleto para un entorno empresarial o profesional, y el móvil más la agenda tendrán que ver con la comunicación personal. No hace falta un dispositivo único, pero sí que los dispositivos hablen entre sí". El ordenador de casa será una central de entretenimiento, permitirá grabar películas en el disco duro o bajarlas de Internet, por ejemplo, y verlas a gusto del usuario enviando la señal al televisor. Todo ello sin cables. Lo mismo sucederá con la música. O con las películas y fotos que se graben en una cámara.

Y en todo este conglomerado todavía es pronto para vaticinar qué funciones tendrán determinados aparatos. ¿Sustituirá el teléfono al ordenador portátil? Hay quien se inclina por un teléfono que a su vez sirva de agenda y de receptor de correo electrónico (ya existe en el mercado el Blackberry, que hace ambas funciones gracias a un pequeño teclado). ¿Quedarán atrás las consolas de videojuegos si un usuario puede entrar en un juego en red compitiendo con otros y con una gran definición? ¿Desaparecerán las actuales cámaras digitales si los teléfonos se están acercando ya a los dos megapíxeles de calidad de imagen? Jaquotot muestra su nuevo teléfono Vodafone 3G. Acaba de recibir el resumen de un telediario: la imagen llega a su móvil con toda nitidez. Dentro de un tiempo podrá contratarse desde un móvil un partido de fútbol en directo.

El flujo de novedades que se presentan en el mercado es de difícil digestión para un ciudadano no especializado. En un lugar de los Alpes, por ejemplo, funciona actualmente un cajero automático inteligente. Dotado de tecnología 3G, él mismo es capaz de hacer operaciones de ingreso y de disposición de dinero. Él solo cuadra las cuentas. El cajero está diseñado por la empresa Wincor-Nixdorf, especializada en soluciones tecnológicas para el sector de la banca y del comercio. Wincor-Nixdorf, como otras compañías, ha experimentado ya lo que va a ser el futuro inmediato en muchos establecimientos: el código de barras está a punto de caducar. Ahora será un chip dotado de tecnología inalámbrica, a través de redes RFID, el sustituto. Las mejoras saltan a la vista, el chip permite saber dónde está cada mercancía en cada momento, cuáles son sus cualidades y cargarla automáticamente a la cuenta del comprador sin necesidad de pasarla por un lector óptico.

Wincor-Nixdorf experimenta desde 2003 con un supermercado piloto en la localidad alemana de Rheinberg. Los clientes llevan un carro provisto de una pantalla. En esa pantalla tienen información de ofertas y localización de los productos. Una vez incorporado el producto al carro, se anota el precio a la factura. En cada momento, el cliente sabe lo que se está gastando y no hará colas en la caja porque el pago se efectuará de forma muy sencilla y rápida. Por otro lado, el empresario sabe qué están comprando sus clientes en cada momento y qué productos debe reponer.

Así que por influencia de una u otra tecnología, porque todas ellas son ahora capaces de relacionarse entre sí, porque la segunda revolución digital es una realidad, algunas de las costumbres de los habitantes del planeta digital están cambiando. Cambian en casa, en la empresa, en el supermercado, a la hora de trabajar o entretenerse. En breve tiempo nos podremos olvidar las llaves con toda tranquilidad. Además de abrir la puerta, el móvil nos avisará también de si alguien ha entrado en nuestro domicilio.

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