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El lado oscuro de Internet es el lado oscuro del mundo

La cuarta edición de Le Web 3 comienza con un alegato a favor de la privacidad en la Red y contra su demonización

Internet es un demonio, un lugar peligroso en el que te pueden humillar, robar la identidad o, llegado el caso, el dinero... como en cualquier parcela de la vida. Esta es la principal conclusión de la primera sesión de Le Web 3, uno de los principales ciclos de conferencia sobre la Red de Europa que ha abierto sus puertas hoy en París, que ha reunido a Dan Rose (de Facebook), Michel Jaccard (Attorney), Jaewoong Lee (Daum Communications) y Chris Alden (consejero delegado de SixApart, empresa responsable del popular sistema de blogs Movable Type) bajo el premonitorio título de 'Web 2.0 - The Dark Side' (Web 2.0- El lado oscuro).

Los cuatro conferenciantes tienen una idea muy clara con respecto a Internet y a los peligros que puede representar: son exactamente los mismos a los que nos enfrentamos en la vida offline; o dicho de otra manera: si el mundo es malo, la Red será mala... Y si nadie nos prohíbe pasear por el mundo, pese a sus peligros, ¿por qué Internet es diferente? Para Chris Alen, de SixApart, el problema radica casi de forma exclusiva en el anonimato que invade la vida online y que nos lleva a mostrar nuestra cara más desagradable, a sacar el monstruo que todos llevamos dentro. Por eso, su compañía es cada vez más reticente a permitir el acceso a sus servicios a usuarios que no estén nada identificados: "cuando saben quiénes somos, nos portamos mejor".

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Algo parecido debieron pensar en Facebook, una de las redes sociales más populares del mundo y en la que se han volcado en busca de votos Hillary Clinton, Barak Obama, José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy, entre otros. Dan Rose, representante de la compañía, cree que su plataforma tiene menos problemas de spam, por ejemplo, precisamente porque todo el mundo sabe quién es quién en Facebook porque "pierde su valor cuando usas una identidad falsa". No obstante, las cifras que da Rose apabullan y asustan: 57 millones de usuarios, de los cuales la mitad vuelve a diaro y más de 50.000 conectados a la vez.

¿Libertad o control?

El debate, al final, siempre desemboca en lo mismo: es preferible que Internet sea un lugar sin normas establecidas, sin control, en el que cualquiera nos puede jugar una mala pasada y donde, principalmente, manda la confianza en personas desconocidas; o debemos imponer límites, reglas, cortapisas. La discusión no tendría final, pero para el surcoreano Lee hay límites. Y su país lo acaba de sobrepasar.

Para evitar, quizá tratar de reducir, el acoso escolar (el tan famoso bullying) el Gobierno de Corea del Sur ha propuesto adjudicar un número único a cada menor de edad con el que poder acceder a determinados servicios. Además, tal y como recuerda Lee, las agresiones físicas o psicológicas a niños no suceden únicamente en Internet, sino que suelen tener su punto de partida en el colegio, es decir, en espacios 'reales'.

No obstante, Le Web 3 da para mucho más. Tras cuatro horas de diversas conferencias (diseño, web social, el impacto económico de la globalización, etc.) la sensación generalizada es que aquellos que ya están en Internet tienen gran parte del camino andado, pero que les conviene esperar a los demás. O así lo cree Hans Rosling quien, en una corta pero intensa exposición, ha explicado a la concurrencia cómo es posible que Sierra Leona esté en términos económicos a la altura de la Suecia de 1709.

Rosling cree que hay lugar para el progreso del Tercer Mundo y, más aún, confía en que sean capaces de llegar a los estándares occidentales en muchos menos años de lo que costó a Europa o Norteamérica. Para ello, evidentemente, necesitan de la ayuda de los países ricos, pero no necesariamente seguir su modelo, sino aprender de sus errores. Un ejemplo claro es Singapur que, en apenas unos años, ha conseguido igualar los niveles económicos y de mortalidad infantil de Francia. ¿Incrementado su industria y su dependencia energética? No, apostando por las nuevas tecnologías.

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