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La pantalla es el lienzo

A la habitual Cintiq le surgen competidoras mucho más baratas como Yiynova, P-Active o Bosto

Buena parte de la magia —y del éxito— del iPad se debe a lo directa que es la pantalla táctil. Durante décadas hemos deslizado un ratón sobre una superficie para que el cursor se desplazara sobre otra. Y ahora, de repente, podemos tocar directamente la pantalla o dibujar en ella.

Pero en Pixar y Marvel se ha podido dibujar felizmente sobre la pantalla desde 1992. Fue entonces cuando Wacom comercializó su pantalla con lápiz óptico —la primera tableta de dibujo— para artistas.

El objetivo es crear el equivalente electrónico de un bolígrafo, un lápiz o un pincel sobre el papel, de modo que artistas, animadores y arquitectos puedan realizar bocetos o pintar digitalmente. Se utiliza un lápiz inalámbrico; a diferencia del iPad y de la mayoría de los ordenadores táctiles, estas pantallas ignoran el contacto de la piel para que se pueda apoyar la mano en el cristal mientras se dibuja. También a diferencia del iPad, son sensibles a la presión. Cuanto más se aprieta, más gruesa y oscura es la línea.

Wacom domina este mercado. Sus pantallas táctiles Cintiq son precisas, fluidas, resistentes, adoradas por los profesionales e increíblemente caras. El precio oscila entre 1.000 dólares por un modelo de 12 pulgadas (30,4 centímetros) hasta 2.5000 por la versión de 24 pulgadas (60,8 centímetros). Pero se avecinan cambios. Han empezado a aparecer pantallas táctiles baratas de empresas chinas desconocidas como Yiynova, P-Active y Bosto en lugares como Amazon, y cuestan poco más de 300 dólares.

Estas pantallas ignoran el contacto de la piel para que se pueda apoyar la mano en el cristal mientras se dibuja

La Cintiq 21UX (2.000 dólares) es consistente. Con 10,16 kilos, se necesitan dos manos para sacarla de la caja y montarla en el soporte. Una vez instalada, la pantalla se inclina en cualquier ángulo que resulte cómodo para el usuario —casi plana como una mesa, si se desea— y gira 180 grados en cualquier dirección, lo cual es fantástico para aplicar sombreados.

De la pantalla sale un grueso cable negro que se divide en una serie de conectores que componen una especie de cabeza de Medusa: vídeo, USB y electricidad. Los enchufes hembra de USB y vídeo se conectan a un Mac o un PC como cualquier monitor externo normal. Luego hay que instalar el programa de arranque. Debe calibrarse la pantalla tocando con el lápiz cuatro puntos específicos para enseñarle al dispositivo cómo nos gusta sostenerlo. Por último, se abre un programa de dibujo o 3-D como Photoshop, Illustrator, Corel Painter, Manga Studio o Maya 3D, y se desliza el lápiz sobre la pantalla.

Se aprecia un pequeño retraso, sobre todo con las obras de alta resolución, entre el trazo de un lápiz y la aparición de la tinta, y también existe una ínfima barrera de cristal entre la punta del lápiz y la propia imagen.

Pero al cabo de unos minutos, se sentirán tan satisfechos y productivos como los orgullosos artistas que realizan demostraciones de Cintiq en YouTube. Es como si estuvieran dibujando sobre papel: la punta del lápiz no resbala sobre el cristal, todo resulta increíblemente preciso y fluido.

Pese al bajo coste, su peso ligero y su sorprendente portabilidad confieren a la DP10 unas posibilidades fascinantes

Después de utilizar un tiempo una de las pantallas táctiles más caras, probé la más barata: Yiynova DP10 (300 dólares). Es un trozo delgado de plástico blanco que pesa 700 gramos y que podemos sostener fácilmente con una mano mientras dibujamos, aunque también cuenta con un soporte. A diferencia del modelo Cintiq, la DP10 no requiere conexión a la corriente ni a la entrada de vídeo del ordenador. Curiosamente, se conecta al PC utilizando un solo cable USB. Me costó ponerla en marcha, y las reseñas de otros usuarios de Amazon indican que no soy el único.

No obstante, su bajo coste, su peso ligero y su sorprendente portabilidad confieren a la DP10 unas posibilidades fascinantes. La pantalla es brillante y nítida. El lápiz óptico funciona con los programas gráficos habituales y hasta tiene sensibilidad a la presión. También usa las prestaciones de Windows para tabletas. Solo el pequeño tamaño de la pantalla (1.024 x 600 píxeles) y su superficie resbaladiza empañan la experiencia.

Mi último experimento lo dediqué a su hermano mayor, el Yiynova MSP19. Es una pantalla táctil más grande y pesada, de 48 centímetros, similar en la práctica a la Cintiq, pero con un precio de 500 dólares.

La imagen es clara y vibrante, y la calidad de la composición, impresionante. Desempeña su labor extremadamente bien. Por supuesto, la Cintiq es superior en cientos de pequeños detalles; sin embargo, la relación calidad-precio es sorprendentemente buena. Puede que la Cintiq sea un yate de lujo, pero la Yiynova no es chatarra china.

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