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El emprendedor, protagonista de Campus Party

La edición berlinesa del festival tecnológico quiere recuperar el espíritu creativo de Silicon Valley

Google ha recreado un garaje californiano en Campus party Berlín.
Google ha recreado un garaje californiano en Campus party Berlín.R. J. C.

Silicon Valley nació en un garaje, en ese cobertizo donde los estadounidenses tienen todo tipo de herramientas ordenas sobre la pared. Así comenzó Hewlett Packard, que ayer presentó los peores resultados de su historia. También Apple, que por el contrario va viento en popa, cuando Steve Jobs y Steve Wozniak se expandieron más allá, tomaron la cocina y reclutaron a la familia del primero para ensamblar los primeros ordenadores de la compañía. Sí, eran otros tiempos, pero esa es la esencia que se quiere recuperar en la Campus Party de Berlín.

En la zona de Google se recrea este ambiente, con un Ford antiguo aparcado, donuts sobre el capó y  tuercas tiradas por el suelo, dan consejo, escuchan propuestas y tratan de animar a los jóvenes a hacer realidad sus proyectos. Wayra, la incubadora de Telefónica va un paso más allá. No solo escucha ideas, sino que además les ayuda a encontrar inversores, contactar con mentores y salir al mercado.

Campus Party, que abrió sus puerta el pasado martes, ha sido el lugar escogido para la puesta de largo de la versión alemana de una incubadora que ya está presente en España y América Latina hasta sumar 11 países. De aquí saldrán los 10 proyectos finalistas, de los 20 presentes en el evento, que se desplazarán a la sede de Munich durante seis o doce meses, según el caso. Los responsables destacan el nivel de los aspirantes, inicialmente 268, procedentes de Francia, Israel, Italia y, sobre todo, de Alemania.

La zona Hypathia está dedicada precisamente a aconsejar a quienes deciden dar el paso. Porque una vez que se tiene una idea y se tiene decisión... ¿cómo asegurarse de que se está en el camino correcto? Christian Musfeldt, experto en legislación en Internet, resolvió las dudas de los asistentes. “¿Cómo evito que me pase como en la película de “La Red Social”?” expuso uno de los jóvenes, en pantalón corto, camiseta y chanclas, el uniforme campusero). Musfeldt destacó las ventajas de la legislación europea, que puede que en lo fiscal no sea tan favorable, pero en este aspecto ayuda. “Digamos que se ha premiado a los gemelos Winklevoss para que estén callados. En Alemania esto no pasaría porque se puede proteger una patente o una marca, pero no una idea. Es muy difícil probar que se tiene algo en mente sin antes ponerlo en un papel, darle forma”.

Como una posible forma de crecimiento cuando faltan los recursos propuso el “founder vesting”, que consiste en contratar servicios de terceras empresas, casi siempre en situación similar a la que pide ayuda, y pagar en acciones siempre que cumple con el cometido.

La estrella de la jornada, en escenario principal y a mediodía, recibido como si fuera una leyenda del rock, fue Yossi Vardi (Tel Aviv, 1942). Por edad, podría ser una vieja estrella, pero, como los Rolling Stones, sigue en activo, buscando empresas en las que invertir antes de su estallido.

Vardi arrancó riéndose de sí mismo: “Muchas de las empresas que creé, cerraron por mis tonterías. Otras por motivo embarazosos. También hubo las que desaparecieron por ambos factores. Bien, vamos a evitar que esto os suceda”. Gracias a su olfato, ICQ, la primera mensajería instantánea tipo Messenger, vio la luz. Ahora es consejero, entre otras  empresas, del gigante del comervio electrónico, Amazon. En su opinión, el primer paso es perder el miedo al fracaso, pero también al movimiento. “En ocasiones nos aferramos demasiado a una idea, sin ver más allá. Hay que saber evolucionar y ver las oportunidades”.

Yossi Vardi (Tel Aviv, 1942), ha ayudado a muchas empresas a ver la luz.
Yossi Vardi (Tel Aviv, 1942), ha ayudado a muchas empresas a ver la luz.R. J. C.

Entre sus apuestas claras, el análisis de datos. “Hay que conocer al usuario. Se haga lo que se haga, saber cómo se comporta para conocer qué busca”. En tono de broma, pero con aire paternalista pidió que se dejasen atrás las presentaciones y se supiera explicar bien qué se quiere hacer: “Os aviso, no acepto Power Points. Cuando un emprendedor te abre el ordenador, malo. Y tampoco acepto planes de negocio, porque son papel mojado y casi nunca se cumple. Yo quiero gente en la que se pueda confiar”.

Al término de su intervención se arremolinaban los seguidores. En lugar de un autógrafo buscaban su tarjeta de visita. En lugar de una púa de la guitarra, soñaban con un escaso minuto para ensayar ese famoso elevator pitch, el discurso para convencer al potencial inversor de la conveniencia de apostar por él en menos de lo que dura un viaje en ascensor.

Y sí, esta es una de las diferencias que se aprecian entre la versión española del festival de la tecnología y la alemana. Hay menos ruido, menos agitación, menos disfraces. En resumen, es, por momentos, menos lúdica, pero el caldo de cultivo para el futuro y el nivel de debate dará un nuevo aire a este evento con más de quince años de vida.

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