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Sony anuncia la consola PS4, pero no la enseña

“El salón ya no es el centro de las consolas, es el jugador”, anuncia la compañía

Sony necesita dar un golpe de efecto mayor para reconstituirse como empresa y poder competir en una industria donde el ciclo de vida del producto es cada vez más corto. Una especie de crisis de identidad que sufren otros viejos actores del mundo de la electrónica del consumo, que corren el riesgo de dejar de ser relevantes en un negocio en el que eran punteros hace una década.

Lo que nadie va a quitar aún a Sony es el reconocimiento de su nombre y de marcas tan populares como PlayStation. La consola es uno de los tres pilares sobre los que ahora la firma electrónica japonesa busca recomponer sus días de gloria, en esa búsqueda casi a la desesperada por ampliar la base de usuarios. Con ese objetivo, acaba de presentar la cuarta generación del dispositivo, aunque en el acto no se mostró ninguna imagen de la PS4.

El gran reto de Sony, que acaba de poner en venta su cuartel general en Nueva York, está en demostrar que la consola no está muerta y que la PS4 no es su último suspiro. “Es el consumidor el que nos está cambiando a nosotros. Demandaba una nueva plataforma. Lo hemos entendido”, dijo en la introducción Andrew House, consejero delegado de Sony Computer Entertainment.

House la presentó como un ecosistema construido por creadores de videojuegos para los jugadores. “El salón ya no es el centro de la PlayStation, es el jugador”, remachó el máximo responsable de la división. Ahora la conectividad entre dispositivos es lo que demanda un usuario en constante movilidad. Esencialmente, la nueva PS4 va a dar “valor añadido” al binomio sofá-televisión pero trata de mirar más a las posibilidades fuera del hogar.

Sony vendió 150 millones de consolas PS2. Su sucesora, la PS3, no llega a los 80 millones. Hay un reto añadido: el precio

Pero las evidencias están ahí. No hace mucho, la vida de una consola era superior a los cinco años. Era el tiempo que había que esperar hasta ver la próxima generación. Y era también un tiempo precioso para los desarrolladores de videojuegos. Todo eso es historia. Sony pierde ahora mercado frente a nuevas plataformas más flexibles y gratis que no existían hace una década.

Sus rivales de siempre también ven las orejas al lobo. Microsoft tiene previsto presentar antes de junio sus novedades para la Xbox 360. Nintendo lo hizo hace unos meses con la Wii U, pero sus ventas están siendo decepcionantes. Los tres tienen un problema común: la emigración de los juegos hacia los móviles y tabletas. Esa nueva realidad dominante se ve en cifras.

Sony vendió 150 millones de consolas PS2. Su sucesora, la PS3, no llega a los 80 millones. Hay un reto añadido: el precio. Porque no se trata solo de ofrecer al consumidor la mejor experiencia; hay que dárselo por un valor que sea lo suficientemente bajo -incluso gratis- para competir con los juegos móviles y hacerlo además sin que eso repercuta en la imagen de la marca.

Las consolas suelen venderse casi a pérdidas, pero donde se hace dinero es en la venta de los juegos. Eso fuerza a Sony a tener muy presente en el baile a Activision Blizzard, Electronic Arts, Take-Two Interactive y Unisoft. Los cuatro grandes editores de videojuegos también están bajo la presión de los nuevos juegos sociales. Es el caso de la cadena de tiendas GameStop. La PS4 se presenta además como una plataforma abierta a desarrolladores independientes.

Así que hay que darle un nuevo sentido a la consola en todos los sentidos, como pasó con el teléfono móvil cuando se reconvirtió en smartphone. Es lo que busca desde hace tiempo Microsoft, que trata de convertir el dispositivo en el centro del entretenimiento dentro del hogar. La nueva PlayStation llegará al mercado siete años después de lanzarse la tercera generación.

En esa convergencia de los móviles hacia las consolas como centro de entretenimiento, la PlayStation permitirá controlar el dispositivo electrónico desde el teléfono o la tableta. No es una revolución, ya que la Xbox 360 ya permite enlazar con artilugios con el sistema operativo Windows, el iOS de Apple y el Android de Google. Pero la PS4 buscar mejor integración.

La consola contará con ocho gigas de memoria de trabajo y será operada por un nuevo mando. A sus botones tradicionales le añade un panel táctil. Incluye un botón para compartir que “simplifica” las interacciones sociales. Además, va acompañada de una cámara estéreo similar a la Kinect. “Queremos asegurarnos de que nada se interpone entre la plataforma y el placer de jugar”, indicó Mark Cerny, responsable de la arquitectura de la PS4.

Sony apuesta en la PS4 por el procesador secundario que permite las descargas simultáneas mientras se juega. No se trata solo de ganar en velocidad. “Se trata de una evolución del juego en si mismo”, insistió Cerny, de hacerlo más personalizado a la vez que social. También busca con este cambio sacar tajada a la reciente compra de Gaikai, ofreciendo juegos en tiempo real en Internet. Se podrán transferir juegos de la PS4 a la consola portátil Vita.

Pero si lo que quiere Sony, como Microsoft, es dominar con sus nuevas consolas la experiencia en la sala de estar, no debe perder de vista a los pasos que vaya a dar Apple. De momento, parece que le lleva la delantera. Wall Street espera que el dispositivo con el que la firma de Cupertino podría revolucionar la manera en la que se consume contenido audiovisual llegue a final de año. La compañía no ha dado indicación de precios.

Ir un paso por delante de la competencia podría, por tanto, ayudar a Sony a resucitar de las ventas de sus televisores. Pero esta por ver si el consumidor está en disposición en este ciclo de renovar la batería de artilugios electrónicos que fue acumulando durante los últimos años. Los otros dos pilares de la nueva estrategia son las cámaras digitales y los móviles, donde no gana dinero.

Aunque el juego es la esencia de la PlayStation, House dejó claro que no se trata solo de revolucionar la consola. Ahora espera que este cambio tecnológico impregne a toda la cartera de productos de Sony. La vara de medir para la multinacional japonesa está muy alta, como admitió el ejecutivo de la marca nipona, por eso dijo que había que dar un paso mayor.

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