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Al servicio de la nueva ciudad inteligente

Tomar el pulso a la ciudad con sensores de tráfico, medioambiente y criminalidad

Protestas dentro del juego virtual SimCity
Protestas dentro del juego virtual SimCity

La idea de una “ciencia de las ciudades” parece contradictoria. La ciencia es teoría y medición precisa, mientras que las ciudades son aglomeraciones desordenadas de personas y debilidades humanas.

Pero la ciencia es precisamente la ambición del Centro de Ciencia Urbana y Progreso de la Universidad de Nueva York (NYU). El proyecto del centro de la NYU, fundado el año pasado, forma parte de un esfuerzo mundial más amplio por aplicar los sensores modernos, la informática y las tecnologías del cribado de datos a los entornos urbanos, algo conocido como tecnología de la ciudad inteligente. El objetivo es la mejora de la eficiencia y la calidad de vida (por ejemplo, gestionar el tráfico y frenar el consumo de electricidad). Según algunos cálculos, el consumo de agua y electricidad puede reducirse un 50% en una década.

Desde Estocolmo hasta Singapur, hay ciudades inmersas en proyectos de ciudades inteligentes. Los ayuntamientos, al igual que otras instituciones, han recopilado datos a lo largo de los años para tratar de volverse más eficientes. La diferencia que hay actualmente, dice el director del centro de la NYU, Steven E. Koonin, es que las tecnologías digitales están avanzando tan rápidamente que empieza a ser posible ver y medir las actividades más que nunca. “Podemos construir un observatorio para ver el pulso de la ciudad con detalle y en conjunto”, explica.

El observatorio digital de la vida urbana de Koonin hace que surjan preguntas sobre la privacidad. Él es muy consciente de ese problema y asegura que el centro se dedica a la ciencia y no a la vigilancia.

Dice que los datos recogidos se convertirán en el material sin procesar con el que se modelarán los resultados (por ejemplo, los pasos necesarios para reducir el consumo de electricidad en un piso o edificio de oficinas de mucha altura). Esas predicciones basadas en modelos, añade, pueden servir para orientar las políticas o informar a los ciudadanos. “Me gustaría crear una verdadera SimCity”, dice Koonin, en referencia al clásico juego de simulación por ordenador.

El primer proyecto del centro es un programa para escuchar y analizar el ruido, el principal motivo de quejas al servicio de información del Ayuntamiento de Nueva York. Es una cuestión de calidad de vida, dice Koonin, que tiene que ver con la salud, especialmente cuando el ruido interrumpe el sueño.

Entre los 10 miembros del equipo del proyecto hay catedráticos de música, informáticos y estudiantes de posgrado. El grupo usará los datos de la ciudad, pero también prevé utilizar sensores inalámbricos (algunos diminutos situados fuera de las ventanas, dosímetros de ruido en las esquinas de las calles y quizás una aplicación para teléfono inteligente).

Otro proyecto que se estudia es una tecnología para captar imágenes térmicas de los edificios de toda la ciudad, como punto de partida para investigar el uso de la energía.

El centro concentrará su investigación y sus recursos en una ciudad, Nueva York, como “laboratorio viviente”. Bajo la dirección del alcalde, Michael R. Bloomberg, Nueva York está a la vanguardia del uso de datos con el fin de orientar las actividades. En 2010, la ciudad incluso formó un equipo de especialistas en datos para proyectos especiales en la oficina del alcalde.

Uno de los problemas a los que se enfrentó fueron las conversiones ilegales, caseros que introducen en un edificio de apartamentos o en una casa muchas más personas de las permitidas, lo que puede causar incendios, entre otros percances. Se analizaron los datos de 19 organismos —pagos tributarios atrasados, permisos de obras, registros de ejecuciones hipotecarias y de antigüedad de los edificios, entre otros— para enviar a 200 inspectores de edificios que estudian más de 20.000 quejas al año.

Los inspectores suelen encontrar situaciones de alto riesgo en un 13% de los casos. Orientados por las predicciones de los datos, los inspectores mejoraron su trabajo al investigar los informes de quejas, ya que encontraron esas situaciones de riesgo el 70% de las veces, según Michael P. Flowers, director de análisis de la oficina del alcalde.

El Ayuntamiento se ha comprometido a ofrecer al centro de la NYU acceso a todos sus datos públicos. Ese es un activo importante no solo para la investigación, sino también por sus posibilidades de modificar las iniciativas gubernamentales y el comportamiento público.

Según los expertos, una comunicación eficaz con los datos exige aptitudes que van más allá de la tecnología. Jurij R. Paraszcazk, director de investigación sobre ciudades inteligentes de IBM, señala un estudio piloto de gestión del agua en Dubuque, Iowa, en el que 150 casas fueron equipadas con sensores para medir y analizar el consumo. Tenían los datos, pero agruparon también las casas en equipos para una competición informal. El consumo de agua disminuyó un 7% en dos meses.

“Una gran parte de la ecuación tiene que ver no solo con los datos sino también con el modo en que se anima a la gente a cambiar de comportamiento”, asegura Paraszczak.

Koonin advierte que los ingredientes sociales de la motivación, la costumbre y los incentivos formarán parte del plan de investigación del centro de la UNY. “Nuestro planteamiento es que vaya de los sensores a los sociólogos”, afirma. “Tenemos que hacer ciencia con dimensión social”.

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