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A EE UU se le acumulan los datos

La tecnología ha otorgado por primera vez a los espías la capacidad de seguir las actividades y los movimientos de mucha gente sin verla o sin escuchar realmente sus conversaciones

Los servicios de inteligencia estadounidenses —siempre en busca de terroristas— y Silicon Valley se asociaron cuando se lanzaron a descubrir los secretos del big data: la valiosa información que representan los registros telefónicos, los correos electrónicos y otros datos que se acumulan debido a la explosión de las comunicaciones digitales a lo largo de la última década.

La revolución resultante en la tecnología del software ha otorgado por primera vez a los espías estadounidenses la capacidad de seguir las actividades y los movimientos de mucha gente en casi cualquier parte del mundo sin verla o sin escuchar realmente sus conversaciones.

Los nuevos indicios de que la Agencia Nacional de Seguridad de EE UU (NSA por sus siglas en inglés) ha obtenido en secreto los registros telefónicos de millones de estadounidenses y ha accedido a correos electrónicos, vídeos y otros datos de extranjeros de nueve empresas de Internet estadounidenses han permitido vislumbrar, algo poco frecuente, el creciente poder de la agencia de espionaje más grande del país. También han alarmado al Gobierno: Shawn Turner, portavoz del director de inteligencia nacional, dijo el 8 de junio que “la NSA ha presentado una denuncia” por las filtraciones.

Un documento del organismo que supuestamente fue filtrado por un excontratista del Gobierno llamado Edward- J. Snowden al periódico británico The Guardian, mostraba un mapa del mundo con zonas resaltadas en diferentes colores que parecía representar la cantidad de datos que recaba la NSA. Mostraba que en marzo de 2013 se recopilaron 97.000 millones de datos de las redes de todo el mundo; cerca del 14% se obtuvo en Irán, una gran parte era de Pakistán y el 3% procedía del interior de EE UU.

Solo cuatro puntos de información sobre la localización y la hora de una llamada de un teléfono móvil hacen que sea posible identificar a la persona que llama

El Gobierno de EE UU ha invertido miles de millones de dólares en el organismo a lo largo de la última década; ha construido una fortaleza de 93.000 metros cuadrados en Utah, aparentemente para almacenar enormes cantidades de datos personales de forma indefinida; ha creado estaciones de interceptación en todo el país, según exfuncionarios del sector y de los servicios de espionaje, y ha contribuido a crear uno de los ordenadores más rápidos del mundo para descifrar los códigos que protegen la información.

La capacidad del organismo para buscar y procesar los datos sobre quién llama o envía correos electrónicos ha hecho que las escuchas telefónicas sean menos importantes, aseguran los expertos. Pero el acceso a los datos suscita inquietantes preguntas sobre la privacidad y las libertades. La Unión Americana por las Libertades Civiles presentó el 11 de junio una demanda contra el Gobierno de Barack Obama en la que pedía a un juez de Nueva York que pusiese fin a la recopilación de datos nacional y que eliminase los registros.

“Las leyes y la política de EE UU garantizan que el contenido de las comunicaciones es lo más privado y lo más valioso, pero eso se considera retrógrado hoy en día”, afirma Marc Rotenberg, director ejecutivo del Centro de Información Privada Electrónica.

Las leyes estadounidenses limitan las intervenciones y las escuchas telefónicas, pero ofrecen poca protección en cuanto a los datos digitales emitidos por el teléfono cuando se realiza una llamada.

A través de móviles, tabletas, redes sociales, correos electrónicos y otras comunicaciones digitales, el mundo crea 2,5 trillones de bytes de nuevos datos cada día, según IBM. La empresa calcula que el 90% de los datos que existen ahora en el mundo se han generado solo en los dos últimos años.

Según un estudio publicado en Nature, solo cuatro puntos de información sobre la localización y la hora de una llamada de un teléfono móvil hacen que sea posible identificar a la persona que llama el 95% de las veces.

Cuando George W. Bush empezó en secreto en octubre de 2001 el programa de la NSA para escuchar llamadas telefónicas internacionales y rastrear correos electrónicos de ciudadanos estadounidenses sin la aprobación de un tribunal, la iniciativa estuvo acompañada de unas operaciones de búsqueda y procesamiento de datos a gran escala. Esos programas secretos provocaron un enfrentamiento en marzo de 2004 entre altos cargos de la Casa Blanca de Bush y los del Departamento de Justicia y del FBI. Los abogados del Departamento de Justicia que estaban dispuestos a seguir con las escuchas sin órdenes judiciales sostenían que la búsqueda y el procesamiento de datos planteaban problemas constitucionales. Y en 2003, después de que se hiciera público un plan del Pentágono para crear una operación de búsqueda y procesamiento de datos, las protestas obligaron al Gobierno de Bush a dar marcha atrás.

Pero desde entonces, este tipo de operaciones han aumentado considerablemente. “Servicios como Google y Facebook se han convertido en enormes depósitos centrales de información”, indica Dan Auerbach, analista de Electronic Frontier Foundation. “Eso ha creado una enorme cantidad de datos, un blanco increíblemente atractivo para los organismos policiales y de espionaje”.

Según los analistas, los servicios secretos son desde hace tiempo los clientes más exigentes interesados en los adelantos en informática y en la búsqueda y en el procesamiento de datos, y todavía más en los últimos años. “Te dicen que en algún lugar hay un estadounidense que va a volar por los aires”, asegura un exejecutivo de tecnología, y que “el único que puede impedirlo y que puede salvarle la vida eres tú”. Además, usan una nueva tecnología conocida como trilateración, que permite determinar la localización de una persona. “Es el Gran Hermano extremo”, dice Alex Fielding, experto en centros de datos.

A tenor de las informaciones hechas públicas recientemente, no parece que quienes realizan seguimientos telefónicos para la NSA hayan incumplido las leyes. El 7 de junio, Barack Obama defendió la recopilación de datos que lleva a cabo el organismo. “A pesar de todo el revuelo de los últimos días, nadie ha escuchado los contenidos de las llamadas de teléfono”, aseguraba.

Pero Rotenberg señala, en referencia a los límites constitucionales relacionados con la búsqueda y la apropiación de datos: “Es un poco ingenuo pensar que el Gobierno pueda apropiarse de tanta información sin vulnerar los intereses de los ciudadanos protegidos por la Cuarta Enmienda”.

Con la colaboración de David E. Sanger y Scott Shane desde Washington, de Steve Lohr y James Glanz desde Nueva York, y de Quentin Hardy desde Berkeley (California).

© 2013 New York Times News Service

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