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‘Streaming’, activismo en directo

Con el 15-M se popularizó la retrasmisión de las protestas en tiempo real a través de Internet Los 'streamer' constantes son unos ocho, pero cada vez hay más aprendices y espontáneos Se necesita un 'smartphone' o una tableta con buena conexión

Detalle de un momento en Valencia de la huelga general del 29-M de 2012.
Detalle de un momento en Valencia de la huelga general del 29-M de 2012.Jordi Vicent

Se consideran los ojos, oídos y la voz de miles que no pueden estar en una marea blanca, en un desahucio o evitando el derribo de una vivienda. Se les conoce más por su cuenta de Twitter, que por su propio nombre. Son activistas que han hecho del streaming, como se llama al sistema que permite la retransmisión en tiempo real a través de Internet, un arma con la que cambiar el sistema. En sus palabras, “hacer la revolución”.

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El uso del streaming en España se popularizó con el 15-M; de ahí en adelante se ha extendido a otros tipos de protestas sociales, por lo que ahora es común que en cualquier marcha, escrache o conferencia de prensa de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) haya uno o varios activistas sosteniendo con sus manos un móvil o tableta, mientras habla o simplemente enfoca a los demás.

La cantidad de streamers depende de la actividad. En una acampada en el Congreso puede haber más de una docena, mientras que en un desahucio basta con uno o dos, según los activistas Stéphane Grueso (@fanetin); Alicia Arnesto (@alitwittt), y @suysulucha, que ha solicitado que solo se use su nombre de pila, Susana. Ellos son españoles, cuarentones, y los más populares y constantes de este mundillo.

Stéphane Grueso explica que los streamer “constantes” son unos ocho, pero cada vez hay más aprendices y espontáneos. Este activista destaca en las manifestaciones por usar una tableta protegida con una carcasa verde neón, con un asa cada lado para mejorar la estabilidad de la emisión.

Susana, que usa un smartphone, afirma que la constancia en el activismo es difícil de alcanzar. “La gente va por impulso. Se nota cuando hay una excitación social como el 15-M, todo mundo quería streamear”, añade.

Se nota cuando hay una excitación social como el 15-M, todo mundo quería streamear

Los activistas comentan que se ha extendido la idea de que “cualquiera” puede hacer streaming, lo que es una verdad a medias, ya que se necesitan cumplir ciertos aspectos tecnológicos como una buena conexión a Internet, varias baterías adicionales y conocer los mejores servicios de transmisión.

Alicia Arnesto recomienda llevar siempre un hotspot (dispositivo portátil para conectarse a Internet), ya que al estar en sitios concurridos la conexión de los móviles es mala y se “resiente la calidad” del streaming. Para Susana, con una señal inferior a los 512 kilobytes “es mejor no intentarlo”. En cuanto a las baterías, para una marcha o acampada se necesitan como mínimo cinco o seis adicionales, según Grueso.

El servicio de streaming es ofrecido en sitios como Livestream, Ustream y Bambuser, que poseen características similares. Se instalan en smartophone (con las plataformas de iPhone y Android), así como en tabletas y netbooks, y los vídeos se pueden visualizar y compartir cuando se desee. Durante una transmisión, todos permiten interactuar en directo con los espectadores vía Twitter, Facebook o su propio canal de chat.

Stéphane Grueso, con su tableta para hacer streaming.
Stéphane Grueso, con su tableta para hacer streaming.Samuel Sánchez

Youtube también ha comenzado a dar servicio de streaming, pero exigen como condición que el usuario tenga un canal con más de 100 suscriptores para permitir la transmisión.

De todos los servicios, Bambuser es el más utilizado por los streamer españoles, ya que se especializa en periodismo ciudadano. Durante la primavera árabe fue el más usado por los activistas para compartir vídeos sobre las protestas, lo que le valió –según diversas páginas web– para que la agencia Associated Press (AP), invirtiera en ella.

Arnesto valora que activistas y periodistas ciudadanos en este servicio tengan acceso gratuito a las cuentas Premium, con imagen de mejor calidad.

El promedio de audiencia de un streaming depende del evento. En una protesta “normal” puede haber en directo entre 3.000 y 5.000 seguidores, mientras que “si es una donde seguro hay palos”, la cifra sube a 50.000 y 60.000 personas conectadas, según Arnesto. En el 19-J de 2012, la retransmisión de la manifestación Toma la calle del movimiento 15-M retransmitida por @fanetin fue seguida en directo por más de 81.000 personas. La cantidad también depende de la hora y la calidad del vídeo.

Para darle mayor difusión a una de sus transmisiones, los activistas enlazan o comparten su emisión con otras páginas web como el canal alternativo en Internet Tomalatele, nacido en marzo de 2012. También con peoplewitness, un anillo de canales especializado en noticias de fondo político y social.

Durante un streaming los activistas interactúan con sus seguidores a través de Twitter o el chat interno de Bambuser. “La gente te pregunta cuántas personas hay, si hace calor, dónde está la policía. Yo voy leyendo y respondiendo”, comenta Grueso.  “Hasta me han llevado bocadillos, baterías, teléfonos o agua a donde estaba retransmitiendo porque me han oído decir en el stream que me hacía falta algo”, afirma Susana.

Foto detalle del móvil que usa Susana o @suysulucha.
Foto detalle del móvil que usa Susana o @suysulucha.Samuel Sánchez

Esta relación entre el streamer y sus seguidores es “incomprensible” para los policías, quienes acusan a los activistas de participar en las protestas, cuando según ellos hacen una labor social. “A los agentes les llama la atención porque si estoy grabando con cámara no hablo, pero en un streaming uno hace de cámara, presentador y comentarista. Ellos no acaban de entender eso”, afirma Arnesto, que ha sido golpeada en varias protestas, la última de ellas el pasado 22 de julio en una concentración feminista frente a la sede del PP. “Me dicen que yo participo, entonces yo les digo que estoy hablando con mis oyentes, dando mi opinión a mis espectadores”, añade.

Para Grueso, el problema con las fuerzas del orden es que no están acostumbrados a que se documente su tarea. Cada vez que golpean a un streamer hay otro que está grabando la agresión. “Los agentes no pueden usar la violencia para detenerme y si me golpean los grabo, porque el Código Penal dice que lo podemos hacer”, agrega con convicción impertérrita Susana.

Para evitar más roces con los medios de comunicación alternativos, la Policía ha recomendado que usen chalecos blancos para identificarlos, lo que no ha calado entre los activistas. Es más, el nuevo proyecto de Susana es convertir a su perro Kiko en streamer, “quiero ver cómo hacen para detenerlo”. Le instalará una cámara GoPro, usadas por surferos y deportista extremos, en el lomo para que él grabe y ella comente. “Lo podrán seguir desde septiembre en @kikoysulucha”, concluye.

Las redes sociales

Antes y durante un streaming, los activistas envían un mensaje por Twitter a sus contactos para avisarles dónde y qué van a cubrir.
De esta forma no solo los seguidores sabrán dónde estará el streamer, sino que los demás activistas pueden contactar con él o ella para decidir que lugares cubre cada quien.
Susana explica que los streamer necesitan de una combinación de todas las redes sociales para la difusión previa de un streaming, así como para el desarrollo del mismo.
"Una buena combinación es Twitter y streaming porque ambas son en tiempo real, lo que ayuda a retroalimentar la comunicación entre nosotros y nuestros seguidores", afirma la activista.

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