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Un superordenador para paliar catástrofes

Una unidad del superordenador K tendrá su sede en Tenerife

Masahiko Yamada presidente de supercomputacón mundial de Fujitsu, posa en el Hotel Eurostars de Madrid.
Masahiko Yamada presidente de supercomputacón mundial de Fujitsu, posa en el Hotel Eurostars de Madrid.LUIS SEVILLANO (EL PAÍS)

Predecir un tifón, un terremoto o saber cuál será el comportamiento de una ciudad ante un imprevisto es la misión principal de Masahiko Yamada (Tochigi,1956). Este ingeniero japonés es el responsable de supercomputación en Fujitsu. Su aparato estrella se llama K, un ordenador cuya unidad de proceso tiene una potencia similar a la de 80.000 ordenadores domésticos. “Crean una red en sí mismo. Permite derivar trabajos según demanda, priorizar y hacer grandes cálculos”, indica.

El investigador japonés no se siente capaz de dar un precio concreto: “El proyecto ha costado más de mil millones de dólares, se trata de una propuesta conjunta entre mi empresa y el Instituto Japonés de Investigación”. Entre los usos destaca el estudio del cambio climático. “Ya se usa en Australia, Singapur y Arabia Saudí”. El siguiente país en contar con una unidad de supercomputación será España. Después de mucho insistir, Yamada estima el precio en una cifra que ronda los 350 millones de euros. Se llamará Teide y, como es lógico, estará en Tenerife. La financiación ha corrido a cabo del cabildo de la isla, además de sumarse al estudio meteorológico ofrecerá servicios de modelado, renderización de vídeo.

A Yamada la cuesta citar el nombre de algunos de sus clientes, aunque sería de gran ayuda para poder explicar mejor la potencia y calado de su máquina. “Airbus hizo su último avión, el 380, usando esta tecnología. Audi/Volkswagen también. La petroleras hacen prospección y estimaciones de rendimiento pero no lo desvelan por cuestiones de secreto industrial”.

Puede que sea culpa de la publicidad mediática, no todos los ordenadores ganan a concursantes en la televisión, pero la comparación con Watson de IBM es inevitable. “Esto es una competición, el mercado manda. No puedo decir que una sea mejor que otra, sino que Watson se terminó en 2011, el nuestro después”, se defiende.

Sin embargo, insiste en que su mayor orgullo pasa por salvar vidas. “Piensa en edificios inteligentes que avisen a todos los trabajadores de que hay un incendio, que bloquee los ascensores, que les diga la mejor forma de llegar al párking”. Se atreve a ir un paso más allá: “Las ciudad inteligente será pronto una realidad. Estamos tratando de entender cómo funciona Singapur, tomando datos en tiempo real. Después podremos predecir epidemias, atascos y problemas de crecimiento”, expone. En Madrid se le ocurre un ejemplo ingenioso: “Estoy seguro de que hay gran caos cada vez que juega el Real Madrid. Si es algo que se repite y se sabe, ¿por qué se tolera? Nosotros podemos evitarlo dando información a las autoridades y a los conductores antes de que se forme la debacle”.

El terremoto de 2011 y el posterior tsunami han hecho de la prevención una prioridad en Japón. “Antes del terremoto tuvimos un gran debate para convencer al gobierno para conseguir que inviertieran. Ahora entienden que la innovación es una necesidad. Nos sirve para prevenir y mitigar el desastre. Podemos decir a los ciudadanos en cuestión de segudos la que se avecina y cómo ponerse a resguardo”. Eso sí, no tiene una respuesta para la catástrofe de Fukushima: “Eso no entraba dentro de nuestras previsiones. Ni en nuestras peores pesadillas”, confiesa.

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