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Bloomfits regala valores (humanos)

Santi Costa ha creado el antinegocio, una web donde se ofrecen objetos y servicios sin esperar nada a cambio

Santi Costa con su equipo de Bloomfits.
Santi Costa con su equipo de Bloomfits.

“Regalo guía de Berlín”, “necesito bici para fin de semana”, “¿alguien puede recogerme a la niña del cole?”. Mensajes como estos pueden encontrarse en Bloomfits, una aplicación para smartphones donde las cosas, las habilidades y los servicios se regalan porque sí.

En tiempos del reciclaje, de la segunda mano, de los trueques y los minicréditos, Bloomfits va más allá: el regalo desinteresado.

“Yo tengo algo y me sobra porque no lo utilizo, pues lo pongo a disposición de mi círculo de amistades”, cuenta Pep Sánchez, un fan de esta aplicación de la generosidad hasta el punto de invertir en este modelo de negocio basado en el antinegocio. “La diferencia con otros servicios es que no se espera nada a cambio. Ese es el secreto”. Pep ha ofrecido decenas de objetos, entre ellos el calientabiberones y las sillitas de su niña, que nunca volverá a usar; pero hay otra clase de servicios. “Me iba de vacaciones a Islandia y me daba rabia gastarme un dineral en ropa de abrigo para unos días. Puse el mensaje en Bloomfits y un buen amigo me la prestó”.

Esta idea temeraria de Bloomfits (en inglés y español) ha salido de la mente de Santi Costa (Bonmatí - Girona, 1975). Él ha hecho el camino inverso de lo que está también de moda: tras diez años en Silicon Valley ha vuelto a su tierra, Girona, donde ha creado una empresa que busca, principalmente, el beneficio humano; del resto ya se verá. “Estamos funcionando con el cerebro y el corazón; yo busco la satisfacción del alma”, explica Costa. “El sistema nos ha inculcado la necesidad de comprar y comprar. El fin de semana vamos a los centros comerciales a consumir porque nuestro cuerpo lo necesita para sentirse bien. Es como inyectarse en vena el consumismo, por que de lo contrario tenemos mono. Pero abusamos y como sucede con los antibióticos, al final pierden su efecto. Vivimos de fuera hacia dentro y con esta aplicación quiero fomentar la vida interior para conseguir la satisfacción externa".

“El regalo de un objeto o de un servicio, en realidad es el primer paso. Se trata de que la gente tenga una satisfacción personal, que se relacionen las personas. Lo importante es el contacto humano, la experiencia que se vive al hacerle un favor que a ti, por otra parte, no te supone nada”, explica Costa. “Regalar la guía de Berlín da pie a hablar del viaje y recibir interesantes consejos por parte de un amigo”.

En el piso de Costa trabaja todo el equipo de Bloomfits. Albert Martín (Moneytrackin’), Jordi Manté (Seleqto) y Pep Sánchez (Meristation) son los tres socios emprendedores que le acompañan en este desafío al orden económico establecido. El diseño corre de la mano de María Roade.

A los círculos de Bloomfits hay que entrar por invitación. Cada cual da acceso a las amistades y familiares que quiera. “Y estos otros pueden dar acceso a otros, pero tu siempre tienes la llave de qué objetos o servicios ofreces y también eliges su destinatario”, explica el desarrollador Martín.

Cómo funciona

Se fotografía el objeto que se pretende prestar o regalar: un vestido para una boda o el último libro leído, por ejemplo. Se le da un nombre y se decide cuál de los circulos próximos tendrá acceso a él: familia, amigos, trabajo o todos a la vez. “Es como un enorme almacén virtual de objetos de valor, ya que no los dejarías a cualquiera”, explica el equipo, “a cambio de poner unas poquitas cosas, tienes acceso a cientos de objetos que no tendrás que comprar jamás”. Hay quien presta intangibles o directamente su tiempo, “Doy conversación en inglés” o “Te ayudo a instalar parquet”.

La parte más útil es la de colgar un “Necesito”. Con el mismo procedimiento, los allegados reciben una alerta en el móvil y, dado que la reciben de gente que les importa, dan respuesta de inmediato. “¿Alguien me recomienda un restaurante en Madrid?”, “¿Tenéis una Wii para probarla?”, son mensajes de lo más habituales.

La aplicación hace seguimiento de a quién y cuándo se prestaron los objetos, por lo que ya se puede confiar en que todo lo que sale de casa algún día volverá, con la misma forma o con otra muy distinta, pero igual de necesaria.

Por el momento, Costa esta tirando de sus ahorrillos, herencia de su paso por Slide y Google. “Llega un momento, verdaderamente, en que te planteas lo del dinero. Efectivamente has aprendido las lecciones de Silicon Valley y sabes cómo conseguir más, pero el dinero no lo es todo”. Y en ese momento, Costa decidió volverse a Girona con su mujer norteamericana Christy y su hija Mia.

Costa, mecánico de profesión inicial, que había emigrado a California en busca de trabajo y dinero, regresaba a su pueblo para intentar encontrar algo que le faltaba. “Quizás relaciones sociales, conversaciones que no versaran sobre dinero… no sé, pero de repente todo aquello, el sol, la buena vida, la buena casa, un trabajo cómodo, no te llena”.

Costa estuvo en la dirección de Slide, una startup creada por Max Levchin, fundador de Paypal. Slide era una herramienta que incrustaba las fotos de los internautas en sitios como MySpace y Facebook. “En 2008 más de 155 millones de usuarios al mes dedicaban cientos de horas a nuestras aplicaciones”. El éxito acabó llamando la atención de Google que compró la empresa por 182 millones de dólares y a la mayoría de sus empleados, a los que dio acciones por otros 46 millones. Tras un año y medio en Google y Youtube como destino final, Costa dijo basta.

Si Richard Gere tiene a su Dalai lama, Costa se mira en la vida de Dee Hock, el creador de Visa. “Consiguió poner de acuerdo a todos los bancos del mundo y luego desapareció”. A los 54 años de edad, Dee Hock se retiró a cultivar un trozo de tierra en la costa del Pacífico. “Durante años temí mucho y traté de mantener a raya a las cuatro bestias que inevitablemente devoran a su cuidador: el ego, la envidia, la avaricia y la ambición”, escribió Hock. “En 1984 rompí todas las relaciones con el mundo empresarial, convencido de que estaba haciendo el mayor negocio de mi vida, cambiando dinero por tiempo, cargo por libertad, y ego por satisfacción; convencido de que las bestias estaban definitivamente enjauladas”. Santi Costa ha creado el antisistema, Bloomfits, el sitio del beneficio espiritual.

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