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START-UP "MADE IN SPAIN"

Un intermediario laboral en Internet

Tyba es una nueva opción para unir a gente que busca empleo con las empresas que lo ofrecen Fue creada en Madrid hace tres años por tres veinteañeros y hoy trabajan en ella 30 personas

En Tyba trabaja un equipo de jóvenes de 17 nacionalidades.
En Tyba trabaja un equipo de jóvenes de 17 nacionalidades.

Todas las mañanas, casi una treintena de jóvenes de 17 nacionalidades, en vaqueros y zapatillas deportivas, llega a un anticuado edificio del barrio de Nuevos Ministerios, en Madrid. Suben a un amplio y luminoso salón de la primera planta —una bicicleta por aquí, una frondosa maceta por allá y una pared garabateada al fondo—, encienden un ordenador y pasan las horas con los ojos clavados en la pantalla y los dedos saltando en el teclado. En silencio, para no interrumpirse. Concentrados, para no equivocarse.

Quién sabe si a lo largo del día algunos de ellos hacen uso del estoico futbolín que permanece frente al logotipo de esta innovadora empresa. Quién sabe, también, si a la hora de la comida la mesa, el microondas y el fregadero que están en un rincón queden tan sucios y en completo desorden como ocurre en los pisos compartidos de los veinteañeros. Todo indica que no. Pero detrás de esta pulcra organización, cada uno disfruta de lo que hace. Trabajan con gusto, aprenden e, incluso, se divierten. Entre todos, afinan el engranaje para poner en contacto a gente que busca empleo con las empresas que lo ofrecen. En España y, sobre todo, en el extranjero gracias a una forma más eficiente que las que existían hasta ahora.

Hace tres años, Jorge Schnura, Eiso Kant y Philip Von Have, tres estudiantes de la IE University, comenzaron a echar currículos para que alguna empresa los aceptara como becarios. El proceso fue largo y tedioso. Pensaron que esa opinión también podían compartirla los propios empleadores y se dispusieron a reunirse con más de un centenar de directores de Recursos Humanos. A todos los acribillaron a preguntas con el objetivo de encontrar una solución conveniente —y más fácil, directa y cómoda— para ambas partes. Así que después de un análisis del panorama crearon un algoritmo capaz de enrollar perfiles bien definidos —y atractivos y diferenciados— de candidatos con empresas. Y a la herramienta tecnológica que parieron la llamaron Tyba.

Esta plataforma permite que la gente incluya en sus CV datos relevantes de su personalidad, habilidades, experiencias e intereses de manera visual para que las empresas sepan con mayor exactitud quiénes son y cómo encajarían en sus plantillas. Tyba cuantifica la información, la analiza y le presenta a cada empresa un número abarcable de aspirantes que se justan al puesto vacante y están interesados en el mismo. “De todos ellos, nuestro sistema selecciona a los mejores y le presenta los 15 mejores a la empresa. De manera que la empresa sólo tiene que fijarse en esos 15 y no pierde tiempo revisándose otros tantos. Hasta ahora nos hemos centrado en candidatos para prácticas, primer y segundo empleo. Pero poco a poco vamos teniendo también perfiles más sénior”, explica una mañana calurosa Jorge Schnura en un extremo de la sala de reuniones de Tyba, al lado de una pared llena de vocetos y post-it.

"Tyba cuantifica la información, la analiza y le presenta a cada empresa un número abarcable de aspirantes."

Jorge Schnura posee una seguridad en sí mismo y un discurso profesional bien estructurado que, en teoría, no son propios de un chico de 23 años. No es que esté en contra de aquellos miembros de su generación que sólo peregrinan de discoteca en discoteca. Simplemente, él ha optado por “otra diversión”: montar —y consolidar— su propia empresa. “Estuvimos mirando qué mercado era más interesante. Vimos que España no era muy grande para la contratación y nos enfocamos en el mercado internacional. Ahora mismo tenemos ofertas en 17 países. Nuestro mayor mercado está en Alemania e Inglaterra”, cuenta.

Con el paso del tiempo, el equipo de Tyba se dio cuenta de que a los jóvenes que recurren a ellos les gustaría más trabajar en empresas pequeñas y start-ups de Internet y no tanto en una típica y gran empresa. Por eso se enfocaron en buscar start-ups como clientes y hoy unas 250 contratan gente a través de Tyba. Lo sabe bien Manuel Aurauco, un boliviano de 25 años que ahora trabaja en Lendico, una plataforma alemana de préstamos entre particulares que, en febrero pasado, abrió sus oficinas en Madrid. Manuel supo de Tyba a través de su universidad, creó su perfil en diciembre de 2013 y dos meses después encontró el puesto que ahora desempeña.

“Siempre he tenido un gran interés por las start ups y Tyba era el sitio ideal para llegar a una. Aplicar a trabajos puede ser una pesadilla y a veces no sabes muy bien por donde comenzar. Tyba estuvo apoyándome todo el tiempo y sentí que podía contar con ellos y que se interesaban por mí realmente. Y todo sucedió mucho más rápido de lo que esperaba. Mi experiencia en Lendico ha sido increíble, porque soy parte de la experiencia de una start up de mucho crecimiento, mucha responsabilidad y un ritmo intenso de trabajo. En general, un aprendizaje inigualable”, dice Manuel Arauco.

El negocio de Tyba, según explica su cofundador Jorge Schnura, consiste en esto: “A la empresa le enseñamos los candidatos de manera gratuita, pero están anonimizados: no se ve el nombre, ni los datos de contacto. Entonces, si a la empresa le gusta un candidato, nos paga por desbloquear esos datos. A diferencia de otras plataformas que te cobran por el simple hecho de publicar la oferta, nosotros cobramos una vez que la empresa decide que alguno de los candidatos que le hemos enseñado vale la pena. Por desbloquear a un candidato para prácticas cobramos 30 euros y 150 por un candidato para trabajar de tiempo completo. Pronto cambiaremos los precios. Vamos a hacerlo por regiones, ya que esos precios son baratos para los países del norte de Europa, pero es caro en países como España. No obstante, todo está garantizado: si el candidato no gusta, no se paga por él. Y si luego hubiese algún problema con el candidato, nosotros siempre devolvemos el dinero.”

Fue un poco difícil conseguir inversores para el proyecto, tuvieron que recurrir a un fondo danés, pero captar clientes ha sido mucho más fácil. “Porque están muy frustrados con las herramientas que existían hasta hace poco. Los candidatos, sin embargo, han usado ya tantas plataformas que no les han funcionado que, cuando ven una nueva, no se fían. Dicen: ´mira, voy a tirarme media hora rellenando esto y luego no me van a llamar.´ Tenemos que cambiar el chip hacia este tipo de páginas”, agrega Jorge Schnura, quien enseguida asegura que en las oficinas de Tyba “no hay días normales.” “Es que hay de todo. Cuando contratamos a alguien, le decimos: mira, esto es lo que vas a hacer el primer mes, pero… luego las cosas evolucionan.´ Aquí todo mundo se siente involucrado. Una cosa que no hacemos es decir: los tres fundadores decidimos y ya está. No. Aquí queremos las ideas de todo el equipo. No tenemos un horario fijo de trabajo porque no creemos en eso de calentar silla. Si alguien hace lo que le corresponde en tres horas, ¡fantástico, vete a casa! Hay gente que llega a las ocho, gente que llega a las diez. En fin, damos muchísima libertad, siempre y cuando se cumpla con los objetivos.”

Los chicos-Tyba hablan entre ellos, casi siempre, en inglés. Lo hacen para algo muy preciso. Porque, ya lo saben, el silencio reina aquí como si este amplio y luminoso salón fuera, en realidad, un templo tecnológico. Pero quién sabe si el ruido llegue en septiembre, cuando celebren su tercer aniversario.

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