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Uber pretendía espiar a periodistas críticos con su servicio

El consejero delegado pide disculpas pero mantiene en su puesto al directivo que ideó el plan

Protesta de taxistas contra la aplicación Uber en Philadelphia, EE UU.
Protesta de taxistas contra la aplicación Uber en Philadelphia, EE UU. TOM GRALISH (AP)

God’s View, o la visión de Dios, así se llama la herramienta interna de Uber que permite escoger un coche concreto y seguir su trazado. Teóricamente, solo se puede usar cuando resulte relevante para el negocio pero varios periodistas han visto cómo al llegar a un lugar determinado el directivo con el que había quedado les hacía una referencia sobre el viaje, o cómo se les invitaba a un evento en plena carrera, en Chicago, al conocer que estaban cerca.

Este sistema de vigilancia se ha conocido después de que Emil Michael, vicepresidente de negocio, explicase el pasado lunes en una cena sus planes de espionaje a periodistas cuya cobertura sobre Uber fuese negativa. Entre los mismos incluía invertir un millón de dólares en contratar a investigadores y periodistas dispuestos a contar las historias turbias de sus compañeros de profesión. La revelación se supo a través de Buzzfeed, donde trabaja uno de los asistentes a la cena Ben Smith, en la que también estaba Arianna Huffington.

El ataque iba directamente a Sara Lacy, autora de dos libros, y editora de su propio medio, Pando Daily. Hace un año sufrió una experiencia negativa en un desplazamiento en Uber, se sintió acosada por el conductor y pidió una mejora en forma de botón de aviso a la organización. No solo no tuvo respuesta, sino que se defendió al conductor y se le tachó de fantasiosa. Desde entonces, ella ha mantenido una línea de extremo rigor con la aplicación y ellos, como se ha descubierto, tenían su propio plan para airear la vida privada de los que tuviesen la misma actitud.

Entre los planes estaba invertir un millón de dólares en contratar a investigadores y periodistas dispuestos a contar las historias turbias de sus compañeros de profesión

Lacy pidió que desinstalasen la aplicación todos aquellos que se sintiesen agredidos por esta actitud y optase por alternativas como Lyft o Sidecar. De nuevo, sorpresa, aunque se quite el programa del móvil, Uber mantiene los datos del perfil personal. Es decir, sabe cada uno de los viajes que ha hecho, desde qué lugares, y, en consecuencia, también dónde viven.

Travis Kalanick, el polémico fundador y consejero delegado, se ha limitado a explicar la situación en 13 tuits, al final de los mismos pide disculpas a Sara Lacy. También indica que todos van a aprender a partir de esta situación, especialmente Michael, pero ni la metedura de pata continuó cuando el propio Michael, llamó al móvil persona de Lacy para disculparse. Ella misma explicó que nunca se lo había dado y consideraba que era un dato privado. La empresa se ha limitado a un comunicado con declaraciones de Michael: “Las palabras que se me atribuyen durante una cena privada, durante un debate informal, obedecen a la frustración que tenemos en la empresa por la cobertura sensacionalista de esta empresa en la que estoy orgulloso de trabajar. No refleja mi opinión, tampoco los planes de la empresa. Estuvo mal y me arrepiento”.

Sin embargo, nadie se ha pronunciado sobre el uso de la visión de Dios sin el consentimiento explícito de los usuarios. El último en sumarse a la polémica ha sido el actor Ashton Kutcher, también accionista de la aplicación. No para condenar la idea de sacar a la luz cuestiones personales de los periodistas, sino al contrario, indicando que no es mala idea hacerlo con los ‘sombríos’. Una actitud que puede responder al acoso que sufre una estrella de la pantalla, aunque no tiene en cuenta la diferencia entre una persona pública, como es su caso, y un periodista.

En las últimas semanas Uber se ha visto en el corazón de la polémica, sucesivos intentos de violación a mujeres por parte de conductores o incluso el atropello la pasada Nochevieja de una familia de inmigrantes que se llevó la vida por delante de un niño de seis años.

El último en sumarse a la polémica ha sido el actor Ashton Kutcher, también accionista de la aplicación, que no cree que espiar a ‘sombríos’ sea mala idea

Las técnicas para imponer su liderazgo se alejan de lo que se enmarca dentro del juego limpio. Con intención de debilitar el negocio de Lyft y hacer que los conductores, cuya relación laboral es tan débil como activarse o desactivarse en la aplicación, cambien de bando, se dedicaron a reclamar sus servicios y cancelarlos cuando estaban cerca. Normalmente, si un usuario reitera estas técnicas acumula mala reputación dentro del sistema, pero ¿a quién le importa cuando es un usuario ficticio y solo quiere destruir a la competencia? Según The Verge, medio especializado en tecnología, fueron miles de servicios cancelados. La frustración entre los conductores de Lyft era evidente, culpaban a la tecnología de la firma del bigote rosa en el parabrisas, como se distinguen del coche de cualquier particular. Veían como gastaban su tiempo y dinero haciendo un desplazamiento que no tenía retorno, antes de recoger al pasajero decidía que ya no lo necesitaba.

A los analistas no parece importarles esta ausencia de ética. Uber es una de las perlas, los "unicornios", les gusta decir aquí, de Silicon Valley. Ha conseguido más de 1.500 millones de dólares (1.200, de euros) de financiación y su valoración supera los 17.000 millones de euros (13.500, de euros). El siguiente paso, del que ya se habla sin tapujos, es la salida a bolsa.

Este escándalo pone en peligro el plan ideal y visión de futuro de Uber, que propone un mundo en el que no haga falta contar con un coche propio, las ciudades no tengan atascos y ellos sean la alternativa verde, un paso previo al coche sin conductor ni dueño. De reinventar el transporte urbano a convertirse en una compañía de taxis cuyos conductores no tiene licencia ni relación contractual con la aplicación. Toronto, donde se estrenaron el lunes, acaba de prohibirles operar en la ciudad.

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