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FRANCESC PEDRÓ \ JEFE DE LA DIVISIÓN DE POLÍTICAS SECTORIALES, TIC Y EDUCACIÓN DE LA UNESCO

“Los exámenes deberían hacerse con ordenador”

Este especialista en política comparada de la educación defiende el uso de todos los soportes en el aula, pero utilizados con sentido

Francesc Pedró, especialista en política comparada de la educación.
Francesc Pedró, especialista en política comparada de la educación.

Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y especialista en política comparada de la educación, Francesc Pedró se incorporó al centro de innovación educativa de la OCDE, en París, en 2005. En la actualidad, desde su cargo en la Unesco defiende el uso de todos los soportes en el aula, pero utilizados con sentido. Ha elaborado el documento básico sobre el que girará el debate en la XXIX Semana de la Educación de la Fundación Santillana, que comienza hoy, sobre el tema Mejorar la educación: ¿qué puede aportar la tecnología?

Pregunta. ¿Hay unanimidad en que el uso de la tecnología en la educación es positivo desde el punto de vista pedagógico?

Respuesta. No es una cuestión que esté zanjada. Hay que plantear este tema desde una postura estrictamente pedagógica, en efecto. Lo relevante no es si tenemos suficiente tecnología en la escuela sino si hay alguna manera de que ésta pueda ayudar a que los alumnos aprendan más y mejor hoy, con las escuelas que tenemos y en el contexto actual.

P. ¿Sería la situación comparable a cuando se empezó a usar la calculadora en clase, una vez que, el alumno ya ha aprendido bien a hacer las operaciones básicas?

El 70% de los profesores usa la tecnología para preparar las clases; el 40%, para labores administrativas y en clase es aún residual”

R. Sí, totalmente. Pero se puede ir incluso más allá. Los exámenes deberían hacerse con ordenadores delante. Cómo es posible que los alumnos que hacen las pruebas de acceso a la universidad no estén frente a un ordenador conectado a Internet cuando luego los usan todo el rato en las aulas superiores. Eso nos obligaría además a plantearles otro tipo de preguntas. Como ejemplo, los exámenes del programa Pisa de la OCDE se vienen realizando con ordenadores desde hace años en los países que así lo han querido.

P. ¿Está a favor de que se usen todos los soportes posibles en la clase, como tabletas y móviles?

R. Hay que buscar para qué tiene sentido. Por ejemplo, en algunas escuelas de Nueva York en las que estaba prohibido el uso del teléfono móvil ahora se invita a los alumnos a que exploren formas de explotar las posibilidades que les ofrece la tecnología. Esto me parece muy sensato y no significa que tengan que estar con el Whatsapp en clase, sino que habrá determinadas actividades que se podrán hacer ahora mejor, e incluso otras que antes no se podían realizar, gracias a que los alumnos vienen ahora equipados con ellas.

Más tecnología no es igual a mejores resultados porque el tema es qué tipo de pedagogía estamos utilizando. Si utilizas la herramienta mal, puedes causar más daño que beneficio”

P. ¿Hay sectores reticentes al uso de la tecnología en la educación?

R. Sí, los hay que los son con el argumento de la protección del niño, los que consideran que abrir la puerta a Internet es dejarle huérfano en un contexto con peligros. Es decir, hay una primera objeción relacionada con la moralidad. En segundo lugar, hay una reticencia también importante relacionada con la pérdida de conexión con el soporte tradicional de la cultura. Y la tercera prevención tiene que ver con el miedo a la pérdida de autoridad del profesor, con el argumento de que se da poder al alumno, que tiene acceso a todo con su tableta.

P. ¿Hará esta nueva situación que el aula deje de ser el centro del aprendizaje del colegio?

R. Ese sería el horizonte deseable. Está el caso, por ejemplo, de la llamada clase invertida. Es muy simple: te llevas a casa vídeos con tu profesor dando la lección, lo ves todas las veces que sea necesario, y al día siguiente lo que sucede en el aula ya no es una explicación del temario, eso ya lo tienes en vídeo, sino que se plantean problemas, se desarrollan proyectos. No requiere gran inversión en tecnología , pero supone un salto cualitativo en términos pedagógicos.

Hay una primera responsabilidad de las autoridades públicas de diseminar las buenas prácticas y propiciar que los docentes investiguen por ellos mismos cuál es el uso más sensato que pueden hacer de estas oportunidades”

P. ¿Hacen falta materiales digitalizados completos, que lo tengan todo, de forma que el profesor pueda dar el curso con eso y poco más, por lo menos como sistema para empezar a integrar la tecnología de una forma más generalizada?

R. El sector está trabajando en ello intensamente. Hay una gran disponibilidad de currículos completos. El problema es que el docente medio no tiene oportunidades de visualizar cómo otros colegas son capaces de sacar partido de ello, y cuál es el beneficio que le puede reportar a él. Lo que sí sabe es que es un cambio que requiere determinadas condiciones: competencias digitales, buena conexión a Internet… Hay una primera responsabilidad de las autoridades públicas de diseminar las buenas prácticas y propiciar que los docentes investiguen por ellos mismos cuál es el uso más sensato que pueden hacer de estas oportunidades. Y si algo falla, sobre todo en España, es que los docentes tienen poco tiempo.

P. ¿Faltaría desarrollar algún soporte específico para el uso de la tecnología en el aula?

R. Buena parte de lo que esperamos que hagan las escuelas es adaptar tecnologías que no se han creado específicamente para ellas. Hace años no había nada ideado para la educación, pero ahora empezamos a tener muchas aplicaciones y servicios. Hay cosas espectaculares, como una aplicación que ayuda a comprobar si un contenido está en Internet, con lo que ayuda al profesor a detectar el plagio.

Se desarrollan políticas que maximicen el uso de las tecnologías por parte de los docentes porque lo que se necesita es buena conectividad, buenas aplicaciones y un buen asesoramiento pedagógico”

P. ¿Hay un problema de falta de inversión por parte de los gobiernos en programas de asesoramiento de los docentes en los propios centros?

R. La industria de la tecnología de la educación es una de las que está recibiendo más fondos para crear startups y quizás esto significa que estamos llegando a ese punto dulce en el cual hay una demanda creciente y una capacidad de adquisición de esa tecnología. Es más barato comprar una aplicación o un servicio que dotar a una escuela de ordenadores. Y en los países desarrollados, las autoridades invierten en conectividad, pero ya no en equipamiento porque la mayoría de las familias están equipadas. Se desarrollan políticas que maximicen el uso de las tecnologías por parte de los docentes porque lo que se necesita es buena conectividad, buenas aplicaciones y un buen asesoramiento pedagógico. Eso es lo que se está comprando y es lo que buena parte de la industria está desarrollando.

P. Si la calidad de un sistema educativo no tiene que ver con el uso de la tecnología, como se ha visto en los resultados de las evaluaciones de Pisa, que hace la OCDE, ¿cuál es el argumento para apostar por su uso, cuando es tan costoso integrarla, en todos los sentidos de la palabra?

R. Más tecnología no es igual a mejores resultados porque el tema es qué tipo de pedagogía estamos utilizando. Si usas la herramienta mal puedes causar más daño que beneficio. Pero si no la usas dejarás a tus alumnos en una situación de orfandad digital y eso no nos lo podemos permitir.

P. ¿Para qué usan más la tecnología los profesores?

R. Según las cifras del Informe Talis, de la OCDE, el 70% la usan para preparar las clases; un 40% para labores administrativas y en clase es aún residual. Pero este estudio muestra que los profesores sí están preocupados por utilizarla más y mejor, es una de sus principales demandas.

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