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Cierra en EE UU la red que retuiteaba los tropiezos ‘on line’ de los políticos

Twitter condena al cierre la red social Politwoops en el país americano, que seguía el perfil de los políticos para republicar sus tuits borrados. Sigue activa en España y otros países

Karelia Vázquez

Twitter ha decidido desactivar en Estados Unidos Politwoops, la red social fundada en 2012 que de modo automático monitorizaba el perfil de Twitter de los políticos para detectar cuando borraban un tuit y volverlo a publicar de inmediato. Ha sido la Fundación Sunlight, una de las creadoras de la web, quien ha anunciado que un portavoz de Twitter les había enviado un comunicado informando de la suspensión del acceso a su red, alegando que se violaban sus términos de servicio.

En el momento de la publicación de este artículo, la versión británica sigue funcionando, así como la dedicada a los congresistas y medios españoles.

“Hemos hablado con la Fundación Sunlight para informarles de que no se restaurará el acceso para desarrolladores de Politwoops a Twitter. Apoyamos la misión de Sunlight de luchar por la transparencia en el ejercicio de la política empleando la tecnología cívica y los datos en abierto (…) pero preservar los tuits borrados viola nuestras términos de servicio”, expone el comunicado enviado a la fundación por la red social.

La web servía para mostrar cómo algunos políticos intentaban tomar distancia de sus posturas previas cuando se podían volver impopulares

La Fundación Sunlight, una organización sin ánimo de lucro, operaba Politwoops como un perro guardián del Twitter de los congresistas de Estados Unidos. Es cierto que algunos de los tuits borrados que detectaba solo contenían erratas o faltas de ortografía, pero en otros casos revelaban cómo algunos políticos intentaban tomar distancia de sus posturas previas cuando se podían volver impopulares. 

Uno de sus hallazgos más importantes fue detectar cómo seis aspirantes a congresistas y senadores daban una entusiasta bienvenida en Twitter al Sargento Bowe Bergdahl, prisionero de los talibanes durante cinco años, para después borrar todos esos tuits cuando Bergdahl empezó a ser sospechoso de deserción y ellos ya ocupaban sus escaños.

Según Sunlight, la intención de Politwoops era dar poder a los periodistas y a los ciudadanos vigilando que las cuentas de Twitter de los políticos fueran públicas para así contar con “una visión completa de su discurso, en lugar de una corregida y convenientemente adaptada”. La normativa interna de Twitter, en cambio, proscribe que se muestre a otros usuarios que un tuit ha dejado de ser favorito o ha sido borrado.

Aunque parecen quedar pocas dudas de que Politwoops rompía esa regla, el servicio ha venido funcionando sin ninguna traba hasta hace dos semanas, cuando se bloqueó su acceso a Twitter. Hasta el comunicado de hoy se desconocía cuál sería el futuro de la web. Su “muerte súbita” ha levantado mucha polémica entre los usuarios y algunos medios de comunicación como The Washington Post, cuyo columnista Philip Bump se preguntaba hoy si Twitter debe dar las mismas expectativas de privacidad a un usuario anónimo que a una figura pública. “Si Bill Clinton tiene una relación con una becaria eso es relevante, no lo es si la tiene el chico encargado de la tienda del barrio”, menciona el artículo.

Entretanto, y para más confusión, otras 30 versiones de Politwoops aún no han sido bloqueadas en otros tantos países, según asegura la Open State Foundation, una organización danesa sin ánimo de lucro, de donde surgió la iniciativa de crear la herramienta que permite detectar y republicar los tuits borrados. Según su director, Arjan El Fassed, “incluso cuando los tuits han sido borrados siguen siendo parte de la historia parlamentaria de un país. Esos tuits fueron publicados una vez y luego eliminados. Lo que los políticos dicen en público debe estar disponible para todos. No es una cuestión de erratas ni de ortografía, es el registro único de cómo los mensajes que provienen de parlamentarios electos pueden cambiar sin que apenas nadie lo note”

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Sobre la firma

Karelia Vázquez
Escribe desde 2002 en El País Semanal, el suplemento Ideas y la secciones de Tecnología y Salud. Ganadora de una beca internacional J.S. Knigt de la Universidad de Stanford para investigar los nexos entre tecnología y filosofía y los cambios sociales que genera internet. Autora del ensayo 'Aquí sí hay brotes verdes: Españoles en Palo Alto'.

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