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El futuro echa a rodar

La evolución en la industria del automóvil es imparable y cada día soluciones sorprendentes se incorporan a modelos en serie

El Fun Vii, el coche camaleónico diseñado por Toyota.
El Fun Vii, el coche camaleónico diseñado por Toyota.

El coche camaleónico. La carrocería se modifica en su color o añade un diseño personalizado. La carrocería del coche no tiene que ser una superficie inerte. Así al menos lo creen en Toyota, que desde hace ya varios años trabaja en prototipos que permitan una mayor interconexión entre el vehículo y su entorno. Es el caso Fun Vehicle Interactive Internet (Fun Vii, para resumir) capaz de utilizar toda la superficie de su carrocería como un gran expositor modificable con absoluta facilidad.

Un área de visualización que el usuario podrá adaptar a sus necesidades, ya sean de preferencias personales (cambiando simplemente el color) o profesionales, a modo de valla publicitaria rodante. Adiós a las limitaciones de la pintura o a la necesidad de rotular la chapa, que se recubre con pantallas LED responsables del milagro del coche camaleónico. Cualquier tonalidad o diseño personalizado se podría transmitir y aplicar a la carrocería con el pulsar de un dedo.

Con un gesto basta. Control gestual de las principales funcionalidades de conectividad. Hablar del automóvil hoy es hacerlo de conectividad. Variados servicios y funcionalidades a disposición del conductor, que resultan de enorme valor... pero que también complican en cierta medida su manejo. Hacer más cosas de una forma más sencilla es el reto que se plantean fabricantes como BMW y que ofrecen soluciones tan eficaces como el control gestual.

Un sensor 3D ubicado en el salpicadero de su nueva Serie 7 detecta los movimientos hechos con la mano y los traduce en órdenes concretas para el sistema de comunicación o audio. De este modo, con un simple gesto es posible subir el volumen de la música, cambiar la emisora de la radio o contestar una llamada telefónica. Por supuesto que esta solución se complementa con las habituales disponibles en modelos de alta gama, como el clásico mando central o la pantalla con control táctil.

Un láser de 600 metros. Nueva generación de faros 10 veces más eficaces. Tras el xenón y los LED llega el turno del láser. Y no en una espada, sino en los faros de los automóviles. Eso sí, por el momento solo en los más sofisticados. Su funcionamiento se basa en la conversión de los rayos monocromáticos azules del láser en una inocua luz blanca. Una compleja tecnología que se traduce en una potencia lumínica 10 veces superior a la de otras fuentes de luz convencionales. Así, estas innovadoras ópticas láser tienen un alcance real de hasta 600 metros, el doble que las mejores de diodos. Y sus ventajas son muchas más. Al precisar de un reflector muy pequeño, ocupan poco, pesan bastante menos y benefician a la aerodinámica de las carrocerías; son más eficientes porque su consumo energético se estima un 30% inferior al de otras soluciones; son muy fiables, no precisan de mantenimiento alguno y duran toda la vida útil del coche. Además, evitan el deslumbramiento a otros conductores por la precisión de su direccionamiento.

Ver cuando menos se ve. Detección nocturna de peatones y ciclistas. Ver incluso donde no llega la vista. Es otro de los desafíos para los fabricantes de automóviles, en el que se ha avanzado de forma significativa en los últimos tiempos. Los sistemas de detección de peatones ya aparecen en algunos modelos de gama alta y su evolución alcanza a entornos de baja visibilidad, incluyendo la conducción nocturna. A través de sensores de infrarrojos —capaces de captar la temperatura corporal— y de sofisticadas cámaras instaladas en el frontal del vehículo, una unidad electrónica de control identifica peatones, ciclistas e incluso animales —un desarrollo de Volvo pretende atajar los altos riesgos de los canguros en Australia— para advertir con eficacia al conductor de su presencia. Su localización se muestra en una pantalla o en la instrumentación y, además, en la mayoría de los casos (hasta determinada velocidad) se pone en funcionamiento el sistema de frenado automático para decelerar el vehículo.

Siempre con presión. Un dispositivo interno mantiene óptimamente los neumáticos. La correcta presión de los neumáticos resulta esencial para su comportamiento y degradación, por tanto se traduce en seguridad y ahorro. Sin embargo, no siempre es sencillo mantenerlos en esas condiciones óptimas, así que en Good Year han pensado que tal responsabilidad recaiga en su propio producto y no en el conductor. Han bautizado como Tecnología del Mantenimiento del Aire a un dispositivo basado en un sensor de presión (ya habitual en muchos automóviles) que se  complementa con una bomba en miniatura ubicada en el propio interior del neumático. De este modo, cuando la medición indica la necesidad de corregir la presión, la bomba se acciona mediante la energía del movimiento rotativo para tomar aire del exterior y dirigirlo hacia el interior, en un inflado automático que vuelve a dejar la cubierta en condiciones ideales de uso.

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