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Las ideas que definieron 2015

Robots que nos humanizan

La robótica ha avanzado por un camino muy diferente al de la ciencia ficción con máquinas muy especializadas

Guillermo Altares
Robot recepcionista del parque temático Huis Ten Bosch, ubicado en Sasebo, Nagasaki (Japón).
Robot recepcionista del parque temático Huis Ten Bosch, ubicado en Sasebo, Nagasaki (Japón).Shizuo Kambayashi (AP Photo)

Siri, la aplicación que permite controlar el iPhone con la voz, para mandar un mensaje pero también para obtener información sobre los resultados de fútbol, es uno de los más claros ejemplos de cómo la robótica forma parte de nuestra vida sin que seamos totalmente conscientes de ello. La revista Wired publicó un reportaje en el que aseguraba que iba a representar un cambio en los ordenadores personales y teléfonos tan profundo como la invención por parte de Steve Jobs del sistema operativo Apple. Siri puede responder a preguntas sencillas como “cuál es la población de Barcelona”, pero también sabe de qué estamos hablando cuando le preguntamos “cuál es la población de la ciudad en la que está la Sagrada Familia”, que requiere una programación mucho más compleja. Pero Siri es sólo el escaparate popular de algo mucho más profundo .

Frente a los humanoides parlanchines y con personalidad como C3PO en La guerra de las galaxias, que se maneja con dos millones de formas de comunicación y no se calla en ninguna de ellas, la robótica del presente ha avanzado por un camino muy diferente: no se trata de máquinas capaces de cualquier cosa, sino de máquinas que hacen una sola cosa pero muy bien, como Siri. Al otro lado de esta ecuación (robots + especialización + enormes avances tecnológicos) se encuentra una gigantesca revolución en el mundo laboral. “Hoy en día hay muchos trabajos manuales que llevan a cabo los robots”, explica Araceli Sanchis de Miguel, directora del Máster Universitario en Ingeniería Informática y profesora del Departamento de Informática de la Universidad Carlos III de Madrid. “Robots que esquilan ovejas, almacenes cuya logística está robotizada —los más impresionantes son los farmaceúticos—, robots para el montaje en la automoción, de empaquetamiento de alimentos. Todos ellos tienen en común que son robots preprogramados y en la mayor parte de los casos, sin Inteligencia Artificial. Son una realidad hoy en día y se irán extendiendo cada vez más y no habrá que esperar muchos años. El reto está en los robots de propósito general, que puedan resolver varias tareas muy diferentes con éxito; y eso está mucho más lejano, pero también llegará, a finales de esta década o principios de la que viene”.

"El reto está en los robots de propósito general, que puedan resolver varias tareas muy diferentes con éxito; eso está mucho más lejano, pero también llegará”, dice la experta Araceli Sanchis de Miguel

En los últimos tiempos se han multiplicado los estudios, uno de la Universidad de Oxford, otro del principal centro de investigación tecnológico de Australia o un tercero de Merill Lynch publicado en noviembre, que llegan a la misma y rotunda conclusión: en un futuro inmediato se perderán millones de empleos manuales (un 45% de este tipo de puestos de trabajo serán ocupados por robots en los próximos 20 años).

“Está sí es la revolución que vamos a vivir: el final de un modelo laboral que surgió en el siglo XIX”, explicaba recientemente Paul Verschure, director de Specs, el grupo de trabajo en inteligencia artificial y robótica de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Esto, para muchos expertos en robótica, no significa una subida equivalente del desempleo, pero sí un cambio total de lo que significa un trabajo: hasta los años cincuenta, la agricultura era la principal fuente de empleo en España, algo que ahora mismo parece inconcebible. El objetivo es, al final, que los robots puedan hacernos más humanos.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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