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Los fundadores de la encriptación moderna ganan el premio Turing

Whitfield Diffie y Martin E. Hellman reciben el equivalente al Nobel de la informática

Whitfield Diffie (ziquierda) y Martin E. Hellman.
Whitfield Diffie (ziquierda) y Martin E. Hellman.

La Asociación para la Maquinaria Computacional (ACM, en sus siglas en inglés) ha desvelado los ganadores del premio Turing de 2015. El galardón, dotado con un millón de dólares gracias a la aportación de Google, sirve para reconocer las aportaciones más brillantes en la informática.

Whitfield Diffie (Washington DC, 1944) y Martin E. Hellman (Nueva York, 1945), responsables del célebre sistema de intercambio de clave pública que lleva sus nombres, publicaron un artículo en 1976 que ha sentado las bases de los sistemas de envío seguro de documentos que hoy se usan. Sin su aportación no existiría seguridad en los pagos online, que propician el comercio electrónico, o el envío de archivos. El denominado cifrado asimétrico utiliza dos claves. Una pública, que se comparte. Y otra privada, que asegura el acceso privado. Solo contando con ambas se puede acceder a la información entre dos terminales de comunicación.

Diffie es el máximo responsable técnico de Sun Microsystems, mientras que Hellman es profesor en la universidad de Stanford.

Ambos recibieron la noticia durante RSA, una conferencia de ciberseguridad que se ha celebrado esta semana en San Francisco, donde recibían un trato propio de estrellas del rock. Sin su aportación, seguramente Internet no sería como hoy se conoce. Confiesan que entre 1974 y 1977, cuando trabajaron juntos para crear este protocolo intuían la relevancia de su invención pero no imaginaban que el impacto fuese a ser tan duradero y profundo. “La NSA (Agencia Nacional de Seguridad) ha trabajado con nuestras bases. Nosotros pensábamos que tendría una validez de 10 años, no de 40”, apunta Diffie. Hellman cree que el sector financiero es uno de los que más se ha beneficiado: “El bitcoin, por ejemplo, parte de esa base. 30 años después revolucionó el sistema bancario al descentralizarlo”. Él mismo ha sido durante años miembro del consejo asesor de Paypal. “El nombre viene, precisamente, de la idea de pagar algo entre dos amigos, entre dos iguales, sin intermediario”, aporta con una sonrisa de satisfacción.

"Nosotros pensábamos que tendría una validez de 10 años, no de 40”, apunta Diffie

Hellman, obsesionado con la paz mundial, quiere usar el dinero del premio en un libro pacifista que escribe con su mujer. “Dorothy y yo llevamos sin años sin discutir entre nosotros. Los humanos tenemos que ser prácticos y constructivos. Los humanos tenemos que ser curiosos, no furiosos”. Ninguno de los dos recibe dinero por el uso de su tecnología. “La patente caducó a los pocos años y estamos de acuerdo con que sea así. No debe ser como el copyright, sino algo flexible, para evolucionar”, declaran.

Los investigadores se remontan a la Segunda Guerra Mundial para explicar los motivos que les llevaron a crear este cifrado: “Enigma y los sistemas de cifrado de Japón eran lo más sofisticado entonces. Fuimos capaces de pasar por encima pero las matemáticas se quedaban cortas en el nuevo entorno tecnológico”.

La patente caducó a los pocos años y estamos de acuerdo con que sea así"

El premio llega en un momento especialmente sensible con su aportación. La férrea encriptación del iPhone del tirador de San Bernardino hace que parte de las autoridades cuestionen el uso de esta seguridad. “En los 1990 no había tarjetas de débito. Nos llamaron para ver cómo se solucionaba. Nos sentamos y pensamos ‘o lo hacemos seguro o no lo hacemos’. No veíamos el dilema del iPhone, desde luego, pero sí que la encriptación del correo electrónico y las transacciones tenían que ser seguras. Una puerta trasera desmoronaría todo el sistema”, aporta Hellman. Los dos usan el teléfono de Apple, y Debbie no ha parado hasta dar con un enchufe para alimentar a su Mac mientras dialoga. Explican que no usan WhatsApp, ni Line o Viber para comunicarse. Tampoco Telegram. Wickr es la aplicación que recomiendan para envío de mensajes seguros.

Diffie asegura que no cree en el horóscopo, pero sí en cierta determinación relacionada con el momento en que se viene la mundo. “La Guerra Fría nos marcó. Yo nací pocos días después de una de las grandes derrotas nazis. No digo que los rusos fueran peores que nosotros, pero sí que nuestra equipación y organización nos permitió más adelantos. Nosotros, cuando estábamos creando la encriptación informática, pensábamos en América y en proteger las comunicaciones libres”, proclama.

A Diffie, con su larga cabellera plateada, le espera una larga fila de jóvenes con la que fotografiarse. “Nuestro campo vive un momento vibrante, de gran experimentación, que asegura el futuro”, dice al tiempo que reconoce el siguiente reto: “La computación cuántica puede hacer que saltarse nuestro sistema sea cosa de niños”.

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