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Jack Dorsey, el visionario de los 140 caracteres

El consejero delegado de Twitter demostró su tenacidad en su viaje de vuelta al poder

Jack Dorsey, cofundador y consejero delegado de Twitter.
Jack Dorsey, cofundador y consejero delegado de Twitter. AFP / Getty Images

“¿Estás aquí por el dinero o por el producto?”. El consejero delegado de Twitter contestó a la pregunta sin miramientos cuando empezaron a flaquear las acciones. Jack Dorsey (San Luis, 1976) no se anda por las ramas, es una de sus características. En ocasiones una virtud. Otras, un gran defecto. Casi, su perdición. Cada viernes por la tarde se celebra en Twitter el Tea Time, el equivalente a las reuniones que Mark Zuckerberg mantiene con sus empleados, una junta informal en la que cualquiera puede preguntar algo relacionado con la empresa y los jefes explican la situación de los diferentes proyectos. Una demostración de su compromiso con la transparencia, pero también por Twitter. El mensaje que incluyó en la contestación fue claro: el que esté en Twitter por dinero y no porque lo quiera hacer mejor, no tiene cabida en el 1355 de la calle Market.

Técnicamente, Jack Dorsey inventó Twitter. Él mandó el primer mensaje y él fue el segundo consejero delegado. Lo que hoy se conoce como los subtítulos de la realidad de su mente, pero no así la empresa. Él era, aunque suene a poco, uno de los ingenieros que formaba parte de Odeo, un servicio que quería hacer con los podcasts lo mismo que ya había sucedido con los blogs. Evan Williams, el fundador de blogger, había vendido su invento a Google y quería repetir el éxito con el mundo de la radio personal, hecha por particulares, en el móvil. La llegada de iTunes, la plataforma de Apple para ello, los dejó fuera de juego. Siguiendo las normas de esta zona del planeta, decidieron buscar el rumbo de la empresa celebrando un hackathon, algo así como un maratón de programación que sirve para crear productos nuevos en un fin de semana. Dorsey creó un sistema parecido al de la mensajería instantánea de moda entonces, el chat de AOL, para decir qué se estaba haciendo. Quizá en ese momento no lo pensó, quizá sí, pero fue la primera red social pensado por y para el universo móvil.

Ante la desesperación de Odeo por sacar adelante un producto, decidieron adoptar la sencilla idea de este chico como producto principal. Lo demás es historia conocida: luchas de poder, peleas y salida de Dorsey.

Sus detractores le acusan de perder el foco, de no concentrarse en la tarea. Se le achacó que pasase más tiempo en sesiones de yoga que en reuniones o que flirtease con hacerse diseñador de moda. Incluso llegó a postularse para la alcaldía de Nueva York

Sus detractores le acusan de perder el foco, de no concentrarse en la tarea. Cuando en 2008 dejó de dirigir al pájaro azul para que volviera Williams, se le achacó que pasase más tiempo en sesiones de yoga que en reuniones, que no hubiese una celebración festiva en la que no estuviera, que flirtease con hacerse diseñador de moda. Incluso llegó a postularse para la alcaldía de Nueva York. Dorsey no parecía tener límites, pero los ingresos no llegaban. De hecho, ni tenía plan para ello. Dick Costolo asumió el papel de profesional Twitter. Más orden en la oficina, en los procesos, en los equipos y búsqueda de modelo de negocio. A pesar de la polémica por el estancamiento en el crecimiento de usuarios, le entregó su creación con casi 400 millones de cuentas activas y 2.000 millones de dólares en ingresos. Un buen colchón, pero insuficiente para contentar a unos inversores ávidos de novedades.

En su travesía fuera de Twitter, entre 2008 y 2015, solo tuvo una obsesión, volver. Ocupó portadas de revistas, concedió entrevistas en las que se mostraba como un gurú futurista y logró un paso importante para su meta final, que se le comenzase a proclamar como el próximo Steve Jobs. Algo así como el comodín que permite confundirse una y otra vez sin que importe, porque seguramente sea que el resto de la Humanidad no lo entienda pero él tiene muy claro.

El éxito de Square fue su aval para el asalto a Twitter. Primero, retomando amistad con inversores clave, después con declaraciones. En una estrategia calcada a la del fundador de Apple, llegó como interino en verano y quedó fijo en el cargo en otoño

Una vez conseguido ese título se lanzó a crear una nueva empresa. Mejor dicho, una startup que resolviera un problema. Square se convirtió en cuestión de meses en la fórmula de pago de los vendedores ambulantes, puestos de comida y gastronetas de la zona de la Bahía. Hasta los vendedores de trufas de marihuana de Dolores Park, ¿puede haber algo más underground?, comenzaban a aceptar tarjetas de crédito gracias a su invento. Un pequeño adaptador de cinco dólares convertía cualquier móvil en una plataforma que acepta tarjetas de crédito con una comisión mínima. Parecía tan sencillo que todos se preguntaban lo mismo: ¿Cómo no se nos ha ocurrido antes? Dorsey, con una idea sencilla volvía a primera línea. Y lo que era más importante, hacía bueno el dicho “quien hace un cesto, hace ciento”, Twitter no había sido fruto de la casualidad.

Siguiendo la estela de Jobs con Pixar, su gran apuesta mientras estuvo fuera de Apple, el éxito de Square fue su aval para el asalto a Twitter. Primero, retomando amistad con inversores clave, después con declaraciones. En una estrategia calcada a la del fundador de Apple, llegó como interino en verano y ya estaba fijo en el cargo en otoño. Durante su tiempo fuera nunca había dejado de usar su cuenta. Incluso participó en manifestaciones en contra de la violencia policial como un activista más, avisando de los puntos calientes desde su móvil.

Dorsey se debate entre la inocencia y la honestidad, o un cóctel de ambas que no siempre le trae beneficios. En la última llamada con los analistas dejó una pincelada de esta virtud y defecto. Ante una pregunta previsible para alguien que es el máximo ejecutivo de dos empresas cotizadas: ¿Cómo reparte el tiempo entre Square y Twitter? Lo podía haber arreglado con otra respuesta, más elaborado o hipócrita si se quiere, pero dijo lo que realmente hace: “Soy flexible, depende de las necesidad de cada una dedico más o menos tiempo y adapto mi agenda”.

Este otoño cumplirá los 40. En esta segunda vida al frente de la empresa apenas se le ve en fiestas. La frivolidad ya no está en su diccionario. En su mano está recuperar el gran impacto que tuvo

Para esta resurrección de Twitter cuenta con un arma secreta, su amor por los ingenieros. No solo los de la casa, sino sobre todo, los que dan forma a un universo de aplicaciones que construyen a partir de Twitter. Renovar la confianza tras un largo periodo de abandono es clave para que vuelva a primera fila y se convierta en un negocio próspero.

Este otoño el chico de barba cerrada y ojos claros cumplirá los 40. Dorsey es uno de los milmillonarios de moda en Silicon Valley, pero en esta segunda vida al frente de la empresa cuyo funcionamiento ideó apenas se le ve en fiestas, saraos, o eventos que no estén directamente relacionados con su trabajo. La frivolidad ya no está en su diccionario. En su mano está recuperar el servicio de gran impacto o que pase a convertirse en arqueología de la web en la próxima década.

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