_
_
_
_
_

La empresa china que planta cara a iRobot

Ilife se erige como alternativa sólida y económica a los robots aspiradores de Roomba y se encarama a las listas de los más vendidos en páginas como Amazon o Gearbest. Hemos probado dos para ver si merecen la pena

Imagen del Ilife, modelo V3S.
Imagen del Ilife, modelo V3S.Z. A.

La estrategia china se extiende por multitud de sectores tecnológicos: cuando un aparato originalmente inventado en otro país logra el éxito empresarial e irrumpe en el mercado de masas, las empresas chinas que los fabrican para otras extranjeras deciden establecerse por su cuenta y competir con las marcas originales ofreciendo aparatos similares a un precio significativamente más reducido. El ejemplo más claro de este modelo de negocio es el de los teléfonos móviles inteligentes, pero hay muchos más: desde cámaras de acción que siguen la estela de las GoPro, hasta pulseras para monitorizar la actividad diaria como la exitosa MiBand, nacida al calor de FitBit.

Ahora, la última guerra de precios y de prestaciones llega propiciada por la popularización de un nuevo electrodoméstico: el robot aspirador. Esos discos que aterrorizan a las mascotas y se arrastran por toda la casa para limpiar el suelo se han convertido en uno de los productos estrella del hogar inteligente. Sus ventas crecen a un ritmo del 80%, a pesar de que su principal exponente, los Roomba de la estadounidense Irobot, no son precisamente baratos. De hecho, el precio de la mayoría multiplica hasta por diez el de un aspirador tradicional. Pero los usuarios valoran positivamente el ahorro en tiempo y en esfuerzo a la hora de limpiar la casa y están dispuestos a pagar la diferencia.

Conscientes del potencial de negocio, en la china Ilife se han propuesto darle un bocado al mercado con las armas de siempre. “Productos con una gran relación calidad-precio a los que se suman pequeñas innovaciones y la ventaja de ser fabricantes y no únicamente diseñadores”, apunta a EL PAÍS Ben Hu, responsable de Estrategia de la marca con sede en la meca de las manufacturas tecnológicas del gigante asiático, la ciudad de Shenzhen. A juzgar por las ventas tanto en Amazon como en tiendas especializadas del estilo de Gearbest, de momento están logrando su objetivo.

“En 2006 comenzamos a trabajar como fabricantes de electrodomésticos para otras marcas reputadas -como DeLonghi-, y en 2010 establecimos nuestro propio nombre comercial. Ahora nuestro principal producto son los robots aspiradores que diseñamos en nuestros centros de I+D y fabricamos en las tres instalaciones propias”, explica Hu. Actualmente, Ilife cuenta con mil empleados, de los cuales casi 200 son ingenieros. “Y tenemos ya 500 patentes”, puntualiza Hu para demostrar que no se limitan a copiar. En cualquier caso, el secreto de su éxito es claro. “Tenemos unos precios que rondan el 50% de los de la competencia”.

Actualmente, Ilife cuenta con mil empleados, de los cuales casi 200 son ingenieros. “Y tenemos ya 500 patentes”, señala la empresa

En EL PAÍS hemos podido probar dos de sus robots: el A4, su producto estrella, que cuesta unos 150 euros. Y el V3S, especializado en hogares con mascotas, que se puede adquirir por un precio similar. “Las prestaciones más relevantes en estos productos son la potencia de succión y la batería”, explica Hu. “Luego se valoran funciones adicionales como la posibilidad de que el robot se adapte a diferentes superficies y que no se limite únicamente a aspirar sino que también pueda pasar la mopa, como hace el V3S”. En el futuro, añade el directivo, otro de los elementos más importantes será la interconexión a través del Internet de las cosas.

No obstante, ahí es, precisamente, donde fallan los productos de Ilife. Aunque en ambos casos realizan su función correctamente, la diferencia con productos notablemente más caros de la competencia, como los propios Roomba o el robot que ha diseñado Xiaomi, está en el número de sensores que incorporan y en su capacidad para hacer un mapa detallado de la casa y lograr así una mayor eficiencia en la limpieza. Porque tanto el A4 como el V3S parece que se mueven de forma algo aleatoria, mientras que el de Xiaomi realiza una limpieza exhaustiva después de haber delineado el perímetro del hogar y de haber determinado dónde se encuentran los principales obstáculos, como mesas o sillas. De esta forma, los robots de Ilife pasan demasiado tiempo en una zona concreta y luego poco en otras. Y, aunque se puede programar su encendido, no tienen capacidad para ser operados de forma remota utilizando el teléfono móvil y la conexión wifi de casa.

Imagen del modelo A4.
Imagen del modelo A4.Z. A.

Eso sí, Ilife ha diseñado un sistema alternativo que puede resultar más fácil de utilizar para quienes no están acostumbrados a los smartphones’. Ambos incluyen un pequeño mando a distancia con el que se le puede pedir al robot que limpie el perímetro o que se concentre en una pequeña zona en la que se ha podido caer algo. Así, los resultados son mucho más satisfactorios cuando primero se recorre el perímetro de una habitación y luego se le deja ir a su libre albedrío. La potencia de succión es más que suficiente -en el A4 se puede regular hasta 1.000 Pa., mientras que el V3S se queda en 650 Pa pero cuenta con función de mopa-, resultan bastante silenciosos, y la batería dura tranquilamente hora y media dependiendo de la superficie que limpien -las alfombras y la moqueta gastan más-.

Además, ambos modelos cuentan con el filtro HEPA que logra atrapar el polvo en el aire -muy importante para quienes sufran enfermedades respiratorias- y, comparados con otras marcas, destacan por una mayor habilidad para evitar quedarse enganchados en marañas de cables, aunque los flecos de las alfombras son su gran enemigo porque se enredan en las escobillas circulares que utilizan para limpiar esquinas. Afortunadamente, los aparatos detectan rápido el problema y se desconectan automáticamente antes de provocar un desaguisado.

Entre los puntos negativos del V3S están el compartimiento excesivamente pequeño que incorpora para almacenar la suciedad, que requiere ser vaciado después de uno o dos usos, y la falta de precisión de los sensores infrarrojos destinados a evitar que se caiga por las escaleras, algo que ha sucedido en dos ocasiones durante nuestra prueba (aunque en la mayoría de las ocasiones sí ha sabido detectar el escalón y ha dado media vuelta). El A4, por su parte, compensa su falta de función mopa con un contenedor más generoso, mayor potencia, y sensores mejor calibrados. En ambos casos, el regreso automático a su puesto de carga lleva su tiempo, pero resulta satisfactorio.

La diferencia con productos notablemente más caros de la competencia está en el número de sensores que incorporan y en su capacidad para hacer un mapa detallado de la casa

“La línea de productos A es potente y sólida, mientras que la V busca dar una solución integral”, enumera Hu. “Los clientes son cada vez más exigentes, así que debemos mejorar el servicio postventa, que ha sido tradicionalmente el punto más débil de las empresas chinas”, reconoce el representante de Ilife. Por eso, la empresa ha puesto en marcha un ambicioso proyecto de internacionalización que comenzará en Estados Unidos con el aterrizaje offline, con tiendas físicas. “Allí vamos a comenzar a contratar personal local, y nos gustaría hacer lo mismo en Europa. Pero es complicado porque ese último es un mercado muy fragmentado, así que, de momento, nos aliaremos con distribuidores locales para tener presencia física”, avanza.

Es una estrategia similar a la que utilizaron hace décadas las empresas japonesas primero y las surcoreanas después. De hecho, ya hay compañías chinas, como Huawei o ZTE, que crean empleo en España y Latinoamérica para adaptarse a los mercados locales. “Desde China nos podemos dar a conocer gracias a los nuevos canales que ha abierto el comercio electrónico, pero es necesaria una presencia más sólida si queremos tener éxito”. De momento, tanto en Amazon como en Gearbest Ilife suele estar entre las marcas más vendidas de robots aspiradores. Pero, ¿merecen la pena sus productos?

Aunque es evidente que no están a la altura de otros mucho más caros en cuestiones de conectividad, realizan su función de forma satisfactoria. A la espera de que el Internet de las cosas se convierta en una realidad y los aparatos hablen entre sí gracias a las nuevas redes 5G, son una alternativa interesante para quienes no estén dispuestos a gastar más de 500 euros por un aparato que, en definitiva, sustituye a otro que se puede adquirir por una fracción de ese precio. Además, tanto los filtros de recambio como otros componentes que tendrán una vida más corta que la del aparato se pueden encontrar fácilmente en los portales de Internet. En cualquier caso, Hu avanza que el robot que Ilife lanzará este año, el A6, sí será un duro contrincante para los Roomba.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_