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La televisión, en guerra por la luz y el color

Los fabricantes tienen poco margen de mejora en materia de resolución, ahora la batalla se libra en la gama cromática y la luminosidad

Modelo OLED de LG.
Modelo OLED de LG.

Un consumidor entra a una tienda. Su objetivo, comprar una tele. Lo primero que más le importa es que se vea bien. Lo segundo, que sea lo más grande posible. Y lo tercero, que pueda pagarla. Ese consumidor se verá abrumado por un nuevo vocabulario que se ha implantado en el sector a la velocidad del rayo: 4K, HDR, OLED, LED… Es fácil sentirse perdido. Este reportaje es una guía para la compra y para comprender cuáles son las fuerzas tectónicas que sacuden la industria de la imagen.

Monarca absoluto

Todos coinciden. El 4K es el rey absoluto. Este nuevo estándar que sustituye al Full HD (la alta resolución) se ha impuesto con una velocidad sin precedentes en el mercado. Al contrario de lo que ocurrió con la última aventura de la tecnología televisiva, el inefable 3D, el 4K ha recibido el apoyo unánime de la industria. “Es ya un estándar. Se está imponiendo con una rapidez inaudita. Para nosotros supone el 45% de la facturación”, dice Ernest Badosa, director de gama marrón de Media Markt. Según Samsung, el mercado global de 4K ronda el 70%.

La hegemonía de este formato se debe a diversos motivos. Pero casi todos se explican con uno: el precio. Desde 599 euros, según Media Markt, se puede comprar una televisión de 4K de 55 pulgadas; si se baja hasta las 40, los precios descienden hasta los 399 euros. Las pulgadas desde las que arrancan son 55. Es decir, que un televisor que hace solo un lustro se consideraría de gran formato se ha convertido en un estándar a un precio muy bajo. “Yo empecé en este negocio hace 10 años vendiendo plasmas de 42 pulgadas sobre 14.000 euros. Hoy por 3.000 euros puedes comprar televisores de alta gama de enorme calidad”, apunta Badosa.

Modelo QLED de Samsung.
Modelo QLED de Samsung.

Este nuevo estándar viene acompañado del apoyo de los creadores de contenidos. Netflix emite en 4K. Las majors de Hollywood apuestan en bloque por un nuevo formato doméstico: el Blu-ray 4K Ultra-HD. “Al menos podríamos contar tranquilamente 400 películas que darán el salto a ese formato. De hecho, las grandes productoras no quieren hablar de otra cosa”, explica Badosa, que negocia con estas marcas.

Pugna entre marcas

Todos tienen 4K. Por lo que la guerra de marcas debe irse a otra parte. Y esa parte es convencer al cliente de que son los mejores en dos características que son las protagonistas de la escalada tecnológica: la luminosidad y el color. Los frentes del combate se libran en dos vertientes: la tecnología en la que se basa la pantalla en sí (LED contra OLED) y la lucha por un estándar unificado en la tecnología que más marca la diferencia en la calidad de imagen final, el HDR.

Comenzamos por esta última, el HDR. Siglas de high dinamic range, rango dinámico alto. El significado tras las letras es la capacidad de mejorar la imagen en tres aspectos: luminosidad, gama cromática y rango cromático. Lo primero es la precisión de la imagen al mostrar la diferencia entre las zonas oscuras y las claras. Las dos características del color se traducen en la cantidad de matices cromáticos. Esto permite apreciar todos los detalles de las alas de una mariposa o de un atardecer.

Cuatro palabras clave para comprar su tele

4K: la nueva definición estándar. Dobla la resolución con respecto a la alta resolución convencional (Full HD).

HDR: software que permite un mayor realismo y fidelidad con el contenido original en la luminosidad, rango cromático y gama cromática. Existen hasta cuatro estándares diversos con dos como principales: Dolby Vision y HDR 1000. Si la televisión no soporta el HDR de la emisión, este efecto, la mayor mejora visual de los nuevos televisores, se pierde.

LED: tecnología en la que se retroproyecta la luz sobre una sucesión de filtros de cristal hasta obtener la imagen final. Samsung apuesta únicamente por ella para su gama de ­televisores.

OLED: material orgánico que cuenta con cuatro píxeles por punto, los rojo, azul y verde clásicos, y el blanco y negro total. No necesita retroiluminación porque es luminoso en sí mismo. Todas las grandes marcas, salvo Samsung, están presentando modelos de la más alta gama en esta tecnología.

La batalla se juega porque hay dos grandes estándares en disputa. El HDR 1000, apoyado por Samsung, y el HDR Dolby Vision, que cuenta con Netflix y LG como principales valedores. No es baladí que un televisor apueste por uno o por otro, pues una señal emitida en HDR Dolby no contará con los beneficios de esta tecnología en un monitor que no pague el chip y la licencia que permite reproducirlo. Muchas cadenas televisivas y productoras de Hollywood, ante la incertidumbre de qué formato se impondrá, ofrecen ambos.

El otro punto fuerte de la polémica es la tecnología de las pantallas. Samsung apuesta solo por los LED, los monitores retroiluminados. LG opta por combinar los LED y los OLED, estos segundos compuestos por un material orgánico que se ilumina a sí mismo. Nacho Monje Alonso, manager senior de marketing de televisión de Samsung España, señala que “la tecnología orgánica [OLED] ofrece peor calidad de imagen y se degrada antes”. Miguel Ángel Fernández Pérez, director de marketing de LG para gama marrón, contraataca diciendo que “en el lustro que llevamos fabricando paneles OLED, la tasa de incidencias en las pantallas es menor que para las tecnologías LED”. En lo que ambas coinciden es en que el HDR marca un salto de calidad en la percepción de la imagen muy superior a la mera escalada de resolución.

Tokio 2020 será la puesta de largo de otro salto cualitativo de las tecnologías de imagen: el 8K. Otra vez, el estándar de resolución se doblará. Sin embargo, en la industria, estas noticias no emocionan demasiado porque la diferencia solo se notaría a partir de enormes cantidades de pulgadas –LG estima que a partir de 80 y Samsung lo baja a 55–, lo que limitaría a los compradores.

El futuro se escucha

La realidad virtual, tras el fracaso del 3D, tampoco está en el plato. Al menos a corto plazo. La recepción tibia en el mundo de los videojuegos y el fracaso del 3D le ponen la bandera roja a acompañar al televisor como accesorio.

Donde sí se esperan grandes innovaciones es en el sonido. Dolby Laboratories, que posee los principales estándares de sonido audiovisual, apunta a que el futuro está en un sonido volumétrico que trata cada sonido individualmente. “Se llama sonido por objetos. Cada sonido se graba individualmente y se la da una posición concreta en el espacio. Es donde metemos todo el I+D y será la gran revolución”, prevé Javier Foncillas, vicepresidente de acuerdos comerciales en Europa de Dolby Laboratories. Así, la imagen cada vez más cerca de lo real tendrá un sonido a la altura de nuestros oídos.

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