Así son las pequeñas empresas taiwanesas que arrasan en eBay

En el mundo de la electrónica hay mucha vida más allá de las grandes empresas del sector. Firmas con nombres que casi nadie conoce juegan un papel fundamental. Los productos que comercializan terminan ensamblados en toda clase de aparatos, aunque también es frecuente que otros puedan ser comprados directamente al fabricante a través de eBay, Amazon o Alibaba.

En la última edición de la feria Computex en Taiwan, una de las más importantes de la electrónica en la región, se mostraron los productos de empresas como la taiwanesa Yunglien, que fabrica accesorios de fotografía con la marca SunPower. Al preguntar por sus productos mostraron entre otras cosas un sistema de iluminación led llamado I Light, que se parece bastante a las espadas láser de Star Wars, filtros para objetivos que venden en eBay y un accesorio con forma de pinza que ayuda a mejorar los selfis que se realizan con poca luz. Comprobamos posando con los propios empleados que no funciona nada mal.

En un escondido pasillo también nos encontramos a la empresa china Sunice, especializada en producir dispositivos de audio. En el folleto que entregan prometen la fórmula mágica de siempre: aparatos de gran calidad y muy económicos. Sobre lo primero es difícil opinar sin probar el género, pero en Amazon España localizamos unos de sus auriculares bluetooth por 19 euros.

En otro stand el representante de una empresa de cables mostró a EL PAÍS entusiasmado la enorme variedad de modelos que produce. Llama especialmente la atención uno con tecnología USB 3.0 que permite conectar a un ordenador un disco duro sin caja. Con él es posible lograr velocidades de lectura y grabación muy altas. Aunque el producto estéticamente deja mucho que desear, pudimos comprobar que logra lo que promete el fabricante.

En eventos de este tipo las ventas se hacen por centenares, miles o millones de unidades. Si aceptamos esa condición es posible encontrar tabletas por 30 dólares bastante solventes. Aunque también productos más originales, como los cuadernos de tinta electrónica con pantalla táctil para tomar notas o dibujar del fabricante Netronix. Resulta especialmente llamativo el modelo con una enorme pantalla de 13.3 pulgadas.

Estas pequeñas y medianas empresas buscan no sólo producir productos económicos, también satisfacer necesidades concretas que las grandes empresas no cubren. Como es el caso de un lector de tarjetas de memoria para el iPhone y el iPad compatible con los archivos RAW de fotografía. La portavoz de la empresa que lo produce, PhotoFast, explica que la clave no está en el propio aparato, si no en la aplicación que han desarrollado para que pueda ser compatible con un gran número de cámaras.

Esta empresa es también la que más fotografías imprime en papel en la isla, por lo que con sus productos para almacenar y compartir fácilmente fotos están diversificando su negocio. Su fábrica en Taipei cuenta con ocho superficies de montaje que producen dos millones y medio de dispositivos de almacenamiento. Su principal canal de distribución es Amazon, a través de esta tienda venden sus productos en países como España.

Otro de los productos más populares entre los pequeños productores de electrónica son cajas de PC con diseños bastante peculiares. Las hay de todas las formas, tamaños y colores. De hecho hay una clara competicia por ver quién logra el diseño más disparatado. Algo que por otra parte también se da en los stands de las grandes marcas, como MSI o Asus.

De hecho, una buena parte de lo que se pudo ver en Computex eran productos destinados a los que construyen su propio ordenador para jugar. Tanto es así que incluso se cuida la estética de muchos componentes internos. Por eso no es extraño ver ordenadores con cajas transparentes. Da la impresión de que el principal juego que prefieren practicar los compradores de estas máquinas es el bricolaje.

Ni tan siquiera el terremoto de 6,1 grados en la escala de Richter que se sintió durante la visita a Computex parece frenar la vorágine negociadora que se vivía en la feria. Cuando cesó, el enorme rascacielos Taipei 101 se mostraba impasible a través de las ventanas, las cafeterías siguieron sirviendo raciones de arroz en cantidades industriales y las azafatas posando sin parar para las legiones de visitantes.