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¿Shakespeare usaría esta tecnología si estuviera vivo?

Intel y la Royal Shakespeare Company presentan la primera obra de teatro en la que un avatar interactúa con el resto de personajes

Aparición del holograma en la obra de teatro 'La Tesmpestad' de ShakespeareVídeo: INTEL | EPV
Beatriz Guillén

"¡Ven aquí, mi siervo, ven! Acércate, Ariel, ven". "¡Salud, gran amo! ¡Mi digno señor, salud! Vengo a cumplir tu deseo, ya sea volar, nadar, lanzarme al fuego, sobre nube ondulante cabalgar. Con tus poderosas órdenes dirige a tu Ariel y sus fuerzas". Así comienza la primera escena de La Tempestad en la que coinciden Ariel y Próspero, amo y señor; espíritu y Duque de Milán. Su diálogo se ha mantenido con los mismos versos que William Shakespeare escribió, a escasos metros de donde hoy se representa, hace 405 años. Pero, se han sustituido las cortinas y la luz de las velas por los sensores de movimiento y los proyectores. Se ha cambiado la magia por la tecnología. Se ha creado la primera obra de teatro en la que uno de los personajes es un avatar digital, una animación en tiempo real capaz de interactuar con el resto del elenco. Es el ambicioso proyecto de la empresa tecnológica Intel, la compañía de teatro Royal Shakespeare Company (RSC) y el estudio británico de animación The Imaginarium. 

Los sensores de captura de movimiento que lleva el actor hacen posible que su avatar tenga 336 articulaciones, tantas como el cuerpo humano

Para iniciar la conversación con su amo, Ariel desciende de forma lenta desde el cielo. Sin poleas ni cables. Es un Ariel digital, un avatar controlado a distancia y en tiempo real por Mark Quartley, el Ariel de carne y hueso. Todos los movimientos que haga Quartley los realiza también el avatar, al mismo tiempo. Levantar el brazo, girar el cuerpo, alzar las cejas, gritar, saltar. Quartley y Ariel son como un dueño y su marioneta. Las decenas de sensores de captura de movimiento que el actor británico lleva en su traje hacen posible que su avatar tenga 336 articulaciones —tantas como el cuerpo humano—. Los 27 proyectores de alta definición repartidos por la sala consiguen que se represente a Ariel en el centro de la escena, en grande o en diminuto, volando o creciendo, ocupando todo el escenario o en una esquina, sobre una pantalla o sobre tubos de seda. 

Todo es posible. "Este tipo de tecnología no tiene límites. Podemos prenderlo en llamas con solo darle a un botón, podemos cambiarlo de azul a rojo en segundos", explica Tawny Schlieski, directora de Investigación de cliente de Intel, compañía que ha estado durante un año investigando junto a RSC y The Imaginarium para poder dar vida a este personaje y que ha invitado a este diario.

A la izquierda el avatar de Ariel transformado en una arpía gigante. A la derecha, el actor que da vida al personaje.
A la izquierda el avatar de Ariel transformado en una arpía gigante. A la derecha, el actor que da vida al personaje.Intel Corporation

Durante las tres horas que dura esta obra de Shakespeare, el avatar de Ariel aparece en cuatro ocasiones, en algunas de ellas junto al actor que da vida al personaje, lo que crea un efecto de 'doble Ariel'. Aparece tanto en su forma azulada de espíritu mágico como convertido en tronco de árbol y, el más impactante, transformado en una poderosa e inmensa arpía. Es en esta última ocasión en la que más protagonismo cobran los sensores faciales que, junto a una cámara, trasladan los gestos de furia de Quartley a un animal mitológico. El resto de personajes interactúan con la proyección, que está siempre dentro de una superficie. 

"Es una obra de 1611 con las herramientas de hoy"

"Si Shakespeare estuviera vivo esta sería la tecnología que usaría para su obra, porque reproduce lo que se hacía con la tecnología que existía en el siglo XVII, pero con las herramientas que tenemos hoy", asegura Schlieski en una entrevista a El País. Le secundan sus compañeros de equipo. "Estamos convencidos de que utilizaría la última tecnología para dar vida a sus personajes. Y elegiría esta obra", señala Sarah Ellis, responsable de desarrollo digital en la RSC.

La Tempestad, una de las últimas obras del dramaturgo y una de las que concibió en su pueblo natal Stratford-upon-Avon, es también uno de sus textos más mágicos. Shakespeare ya otorga poderes especiales a Ariel en el texto de 1611. Entonces, para conseguir los efectos de un personaje que volaba y se transformaba, el Bardo utilizaba una innovadora maquinaria con la que conseguía mover las piezas alrededor del escenario, geles y superficies de colores que ponía enfrente de las velas para introducir color o disfraces muy detallados que estaban diseñados para poder quitarse o ponerse de forma muy rápida. "Creo que el teatro siempre ha estado muy relacionado con la tecnología. Antes una vela o la luz eléctrica se consideraba tecnología. Cuando lo asimilamos deja de ser innovación. Y ahora, en la era digital, se nos han multiplicado las herramientas que podemos utilizar", razona Ellis. 

El avatar, que representa al personaje mágico de Ariel, se transforma en árbol.
El avatar, que representa al personaje mágico de Ariel, se transforma en árbol.Intel Corporation

Sin embargo, todos los equipos reconocen que el proceso de creación ha sido largo y difícil. "Teníamos que juntar muchas piezas: mantener la esencia de la obra e incluir esta potente tecnología sin que resultara extraño, que pareciera creíble", explica esta responsable de Intel. Las cuatro funciones previas al estreno sirvieron para "comprobar que todas las partes encajan y corregir los errores del directo". Porque esa es la mayor limitación.

"Estás en un entorno en el que no puedes controlar lo que ocurre, por lo que técnicamente es más difícil. Pero al mismo tiempo el sentimiento no funcionaría si ya estuviera todo grabado", reflexiona Schlieski. Por esta razón, este tipo de tecnologías, muy comunes en el cine o en los videojuegos porque se añaden postproducción, han tardado tanto en llegar al teatro. 

Tecnología en fase beta

La tecnología todavía está en una fase beta, con algunos errores de sincronización entre el actor y el avatar, pero sus creadores están seguros de que es la semilla de una nueva forma de hacer teatro. "Hemos sido pioneros en el uso de la captura del movimiento en directo, pero será una parte intrínseca del teatro del futuro", sostiene Stephen Brimson, director de diseño de la RSC.

El actor Mark Quartley, que da vida a Ariel, con el casco de captura de movimiento durante los ensayos.
El actor Mark Quartley, que da vida a Ariel, con el casco de captura de movimiento durante los ensayos.Intel Corporation

El estudio The Imaginarium —cofundado por Andy Serkis, quien utilizó esta tecnología para dar vida a Gollum, de la trilogía El señor de los anillos— está ya explorando la posibilidad de usar los sensores de captura de movimiento y el mapeo que permite hacer la proyección para crear verdaderos hologramas en 3D en el escenario. “La realidad aumentada en el espacio teatral está llegando. Creo que si hiciéramos esta producción en cinco años el resultado hubiera sido diferente”, explica Ben Lumsden, el otro cofundador del estudio.

Antes de inquietar a los defensores de las grandes tradiciones del teatro, la responsable de Investigación de Cliente de Intel tranquiliza: "Habrá espacio para ambas versiones del arte. Hay muchas razones para seguir utilizando las viejas cosas. Pero, también es un momento para empezar a usar esto como una herramienta poderosa. No tienes porque usarla, pero no puedes ignorar que existe".

El Royal Shakespeare Theatre se distingue orgulloso a orillas del río Avon, del que ha sobrevivido tantas inundaciones. Allí, en el primer edificio público de Inglaterra cuya su construcción se adjudicó a una mujer, la arquitecta Elisabeth Scott, se representará la obra durante tres meses. Pero el 18 de noviembre, al terminar el estreno de La Tempestad, ya ha comenzado la revolución.  

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Sobre la firma

Beatriz Guillén
Redactora de EL PAÍS en México. Trabaja en la mesa digital y suele cubrir temas sociales. Antes estaba en la sección de Materia, especializada en temas de Tecnología. Es graduada en Periodismo por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo en EL PAÍS. Vive en Ciudad de México.

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