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El planeador ‘marciano’ que quiere predecir el tiempo

El Prandtl-m podría ser la primera aeronave en Marte y un valioso instrumento para la investigación meteorológica en la Tierra

El planeador Prandtl-m, de la NASA.
El planeador Prandtl-m, de la NASA. NASA

Hace un par de años, la NASA dio a conocer el Prandtl-m (Preliminary Research Aerodynamic Design to Land on Mars), un prototipo de planeador diseñado específicamente para volar en la atmósfera de Marte y obtener sus datos meteorológicos. El modelo probado entonces en la Tierra debía validar el funcionamiento del planeador que la NASA tiene previsto enviar a Marte hacía el año 2022. 

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El planeador Prandtl-m se colocaría en órbita marciana con un satélite CubeSat. Un satélite CubeSat tiene un tamaño similar al de una caja de zapatos, y se pueden combinar varios para ajustar la capacidad de carga del satélite según la misión. El CubeSat que llevará el planeador Prandtl-m hasta Marte sería un 3U, lo que significa que estaría formado por tres unidades. Una vez situado en la órbita marciana el CubeSat dejará caer el planeador desde unos 140 kilómetros de altitud. Durante la caída, el Prandtl-m se desplegará cuando esté a unos 30.000 metros de la superficie marciana, y descenderá los últimos cientos de metros planeando en un recorrido de unos 35 kilómetros. Podría ser la primera aeronave en Marte. 

Una de las pruebas a las que ha sido sometido en tierra el Prandtl-m consistía, precisamente, en hacerlo descender desde 30.000 metros de altitud en la atmósfera terrestre utilizando un globo. Aunque originalmente el planeador estaba concebido para obtener información atmosférica de Marte y generar modelos de previsión meteorológica para futuras misiones tripuladas a aquel planeta, durante las pruebas en la atmósfera terrestre un grupo de investigadores se percató del potencial que tenía el planeador también como instrumento para mejorar los modelos meteorológicos empleados aquí en la Tierra. 

Basándose en la idea y en el diseño del Prandtl-m, un grupo de estudiantes y de investigadores del Armstrong Flight Research Center de la NASA han desarrollado un planeador autónomo similar que, calculan, ahorrará al servicio nacional de meteorología “hasta 15 millones de dólares al año si se compara con los métodos actualmente empleados para obtener información meteorológica”, explica Scott Wiley, jefe del proyecto. “Y además proporcionando información de forma inmediata y con mayor precisión. Este tipo de aeronaves pueden cubrir muchas necesidades de la comunidad meteorológica”, añade. 

También la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de EE UU podrá beneficiarse del uso de estos planeadores. Actualmente la NOAA dispone de aviones “cazahuracanes” que son capaces de volar dentro de grandes tormentas. La agencia despliega estas aeronaves para obtener datos y medidas meteorológicas, y para seguir la evolución de las tormentas. Los aviones que emplea la NOAA están operados por un escuadrón de reconocimiento del ejército del aire cuyas primeras misiones se remontan a mediados de los años de 1940, antes de que existieran los satélites meteorológicos. 

En los últimos años la NASA ha incorporado a su flota un versión civil del dron Global Hawk, reconvertido en instrumento para realizar misiones científicas de larga duración y de vigilancia cuando se forman tormentas severas

Aunque los satélites meteorológicos modernos son capaces de obtener cuantiosos datos de todo tipo (son capaces incluso de detectar los huracanes antes de que lleguen a formarse) todavía es necesario adentrarse en las tormentas para tomar medidas precisas de las velocidades de los vientos y de la presión atmosférica que se produce en el interior de los huracanes, por ejemplo. Por eso todavía hoy la NOAA usa este tipo de aeronaves a pesar del coste y del riesgo que suponen para los pilotos y para la tripulación. 

La NASA también utiliza con frecuencia aeronaves destinadas a la investigación meteorológica, principalmente un veterano DC-8 y un ER-2 para vuelos de gran altitud. Los emplea para recopilar datos con fines tales como validar modelos meteorológicos computarizados que se usan posteriormente en las previsiones. En los últimos años, la NASA ha incorporado a su flota un versión civil de dron Global Hawk, reconvertido en instrumento para realizar misiones científicas de larga duración y de vigilancia cuando se forman tormentas severas. 

El equipo de Wiley todavía está trabajando en el desarrollo y configuración final del planeador que, aquí en la Tierra y a diferencia de lo que sucedería en Marte, puede beneficiarse de la existencia de GPS y de la posibilidad de teledirigir la aeronave. En su configuración final el planeador, construido con fibra de carbono, tendrá alrededor de un metro de envergadura. De momento se desconoce cuándo entrará en servicio. Primero los investigadores deben completar diversas pruebas de vuelo del planeador, ahora con la premisa de que planee en la atmósfera terrestre. Quién sabe qué otras aplicaciones pueden encontrarse mientras tanto para este pequeño planeador.

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