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Reportaje:

Fiebre portátil

El éxito del iPod y otros reproductores MP3 consagra los nuevos formatos digitales de la música y plantea dudas sobre la supervivencia de los antiguos

Cuatro millones de personas de todo el mundo ya tienen un iPod. La mitad lo ha comprado en los tres últimos meses. U2 publicará su nuevo álbum en una edición especial del aparatejo y la tienda iTunes, que ha vendido 150 millones de temas, abre sus puertas en España. ¿Qué es esto de la revolución MP3? ¿Estamos más cerca de la muerte definitiva del disco compacto?

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"Nadie sabe lo que va a pasar", confiesa Paco Lara, de Apple España; "se está creando un modelo que no tiene precedentes. Y nosotros somos los primeros sorprendidos: la demanda de iPod [el famoso reproductor de archivos MP3] nos está desbordando, así que no me extrañaría que dupliquemos las ventas en los próximos tres meses".

¿Duplicar? Atención a los últimos datos. Durante los meses de julio, agosto y septiembre, Apple, la empresa que dirige Steve Jobs, vendió más de dos millones de esos cacharros, un 500% más que en el mismo trimestre del año anterior. Ya hay más de cuatro millones de iPod en uso en todo el mundo, que suponen el 50% del mercado de reproductores MP3, y que se alimentan de las canciones, a 0,99 euros, que Apple vende a través de la tienda en Internet iTunes —al cierre de esta edición, Apple llevaba contabilizadas más de 150 millones de canciones vendidas— y que ahora, por fin, abre sus puertas en España. Desde luego, algo está cambiando en el modo de comprar y escuchar música.

La sorprendente publicidad conjunta de Apple y U2 es sólo un paso más en la transformación de la industria musical hacia algo diferente a lo que hemos conocido hasta ahora. La candidata a banda de rock más importante del mundo no es sólo la cara de la nueva campaña de la marca. Hay preparada una edición especial del iPod, en color negro, con How to dismantle an atomic bomb, el nuevo álbum de los irlandeses, y parte del resto de su discografía, precargado en memoria. El suyo será, el próximo 21 de noviembre, el primer disco de la historia que se publica simultáneamente en compacto y en reproductor MP3.

El motivo es que la práctica de comprar canciones sueltas en Internet y escucharlas en cualquier lugar con un reproductor MP3 gana nuevos adeptos cada día. "Me permite escuchar mis discos preferidos en cualquier momento, sin necesidad de andar cargando con los compactos a todas partes", comenta J, cantante de Los Planetas, uno de los aficionados; "ahora escucho más música en momentos en que antes no podía".

Si todo parecen ventajas, la muerte del compacto debería estar cada vez más cerca. ¿O no? ¿Qué hay del gusto por el envoltorio? La portada, el libreto, las letras de canciones… Apple, que está en todo, prepara ya una versión avanzada de su iPod con pantalla en color; otros reproductores permiten la inclusión de archivos de texto para ser reproducidos en su pantalla mientras suena una canción determinada… todo indica que la tecnología será capaz de suplir o, al menos, ofrecer una alternativa a los elementos no sonoros que tradicionalmente se adjuntan con los cancioneros editados de forma comercial.

Santiago Auserón, alias Juan Perro, apunta sus propias quejas: "No me gustan los cascos; prefiero escuchar música en un entorno abierto: un local, una habitación; un espacio en el que puedas entrar y salir". Lo cierto es que uno puede usar su iPod como sustituto del habitual lector de compactos de un equipo estereofónico; incluso se puede conectar a la radio del coche. "No creo que una memoria tan amplia sea útil", cambia de tercio Auserón; "si se trata de un cambio de civilización, me parece muy drástico; no creo que tenga sentido, pero reconozco que tengo que pensar más en ello".

No es el único al que esta transformación le coge con el pie cambiado. De hecho, hasta la aparición de iTunes, las discográficas

no habían sido capaces de reaccionar a lo que se les venía encima. Por fuerza, el reciente matrimonio entre Apple y U2 habrá de tener descendencia y sentar las bases para el funcionamiento del negocio musical durante los próximos meses o años. Baste como ejemplo la nueva lista de ventas que la cadena británica BBC elabora cada semana a partir de las descargas de canciones en sitios legales que operan en Inglaterra, como iTunes o el remozado Napster. En España, AFYVE prepara ya una equivalente para los próximos meses.

¿De qué va esto de la revolución MP3? Sea de Apple o de cualquier otra marca, un reproductor MP3 es un disco duro fácilmente transportable y diseñado para convertir archivos informáticos —colecciones de unos y ceros— en sonidos con una calidad cuasidigital. Apple ha conseguido que el suyo sea el reproductor de este tipo más vendido en el mundo. No paran de sacar novedades. Primero fue su modelo blanco. Pero hace tres meses salió en España el iPod mini a un precio de 259 euros y en cinco colores a elegir. Y hay que sumar la cuarta generación del cacharro original, algo más voluminoso y dispuesto a engullir hasta 10.000 canciones a cambio de 429 euros.

Y a eso hay que sumar su enfoque empresarial. Todo iPod precisa, para ser "cargado" de música, de un "lazarillo" instalado en el ordenador —sea Mac, con versión del sistema operativo 9.0 o superior, o PC con Windows 2000 o XP— que no es otro que iTunes, una especie de reproductor, gestor y tienda online.

La tienda incluida en el programa iTunes vende más de 700.000 canciones de los catálogos de las cuatro grandes multinacionales de la música —Universal, EMI, Warner y BMG/Sony— a 0,99 euros cada una. Por lo visto en Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y Francia —únicos países donde ha funcionado hasta el momento— se acabó el descargar música por el morro para millones de internautas que, digan lo que digan las discográficas y las sociedades protectoras de derechos de creación, no son la encarnación del mal. Al contrario, teniendo en cuenta las últimas cifras de ventas de música grabada en España reveladas por AFYVE —una caída del 10,6% en el primer semestre del año en curso—, iTunes puede ser la señal del cielo que el negocio estaba esperando, para que la piratería musical —que ya suma el 24% del mercado total español— empezase a desandar el camino.

Pero, ¿por qué ibas tú, que eres un tío listo, a pagar por lo que puedes conseguir por la cara? Porque sólo en iTunes puedes conseguir exactamente la canción que te interesa, de forma instantánea, con la mejor calidad y para siempre. Bueno, no sólo en iTunes, también en las tiendas que usan el sistema OD2 como las de www.los40.com o mtv.es.

Pero por si esta oferta fuera poca. Hay otros supermercados musicales que aún no funcionan en España —ni siquiera tienen fecha de apertura prevista—, como el famoso y reconvertido al capitalismo Napster, o los servicios de pago de Sony (Connect), Real Networks (Rhapsody), AOL (MusicNet), Microsoft (MSN Music) y Virgin (Virgin Digital). Una oferta que da la medida de la demanda que se espera.

Dicho lo anterior, si quieres disfrutar de Bam thwok, la primera grabación original de los Pixies en más de diez años, o de Vertigo, single de adelanto del nuevo álbum de U2, antes de que salgan a la venta, de momento sólo puedes adquirirlas, en cuestión de segundos, desde la aplicación —gratuita, por otra parte— iTunes. Cuando llegue la competencia, ya veremos qué pasa.

Porque no vale tampoco que se la descargue uno de la pandilla y se la pase a los demás; hay un número limitado de usos para cada canción comprada y de tu ordenador sólo podrán ir a tu iPod. Y no al revés.

Y aquí pinchamos en hueso. Porque en la clave del éxito de Apple reside también su mayor debilidad. Y es una característica muy importante, así que presta atención: tanto las canciones de tu colección de compactos que conviertas con iTunes a MP3 como aquellas que adquieras a 0,99 euros sólo podrán ser escuchadas en un reproductor de Apple.

Buena jugada, ¿eh? No son los únicos, los otros operadores están haciendo más o menos lo mismo; esto es, trabajando con formatos exclusivos. Por eso en Internet abundan las aplicaciones gratuitas y, en muchos casos, de código abierto, como el iPod Liberator de Zedek Software, que permiten saltarse algunas de las lagunas perfectamente previstas por Apple de iTunes, como la posibilidad de transferir de un ordenador a otro la biblioteca de canciones de iTunes.

Dicho de otro modo, hay muchos otros reproductores MP3, pero ninguno te permitirá "funcionar" con la tienda iTunes. Y esa es la gran herramienta del iPod. Esa y, la verdad, todo hay que decirlo, que de momento al menos, ninguno mola tanto —ni por estética, ni por funcionalidad— como el iPod.

¿Qué tiene él que no tenga el discman?

Capacidad: a razón de cuatro minutos —de media— por canción, en un iPod de 15GB caben 3.000 canciones; es decir, 12.000 minutos de música. En un compacto poco más de 70 minutos.

Calidad de sonido: aunque no es exactamente el mismo ratio de conversión de onda sonora que en un compacto, la pérdida de calidad sonora de los archivos MP3 es prácticamente inapreciable para el oído humano. Es mejor la calidad digital de un compacto pero es difícil notar la diferencia.

Peso: el iPod mini pesa tan sólo 103 gramos, mucho menos que cualquier discman, por muy reducidas que sean sus dimensiones.

Navegación: en la famosa rueda táctil —patentada por Apple— radica la mayor diferencia entre el iPod y cualquier otro reproductor portátil de MP3. No es posible imaginar un interfaz más intuitivo para buscar y seleccionar canciones. Por supuesto, a años luz de los botones de Fast Forward y Rewind de cualquier discman.

Tamaño: iPod y discman tienen dimensiones similares. Ahora bien, el iPod mini ocupa menos espacio que un teléfono móvil o un paquete de tabaco.

Batería: las habituales pilas R-6 para discman —incluso las alcalinas— pueden llegar a durar veinticuatro horas si no se abusa del rebobinado; la batería de un iPod dura unas 12 horas antes de precisar una nueva recarga. Pero, claro, no tienes que gastarte más dinero cada vez.

Resistencia: si los tiras al suelo o los golpeas, discman e iPod sufren por igual. Ahora bien, por sí solo, un compacto aguanta lo que le echen. También las cintas de casete, como señala la curiosa comparativa efectuada por el colectivo No Name No Slogan en: homepage.mac.com/danielturek/PhotoAlbum50.html

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